Javier Martín-Vide. Doctor en Geografía e Historia y experto en cambio climático

"Es más fácil predecir el tiempo en Dublín que en Málaga"

  • El nuevo académico correspondiente de la Academia Malagueña de Ciencias alerta de que el cambio climático traerá más sequías y lluvias más torrenciales

El nuevo académico correspondiente de la Academia Malagueña de Ciencias ayer en el centro de la capital.

El nuevo académico correspondiente de la Academia Malagueña de Ciencias ayer en el centro de la capital. / javier albiñana

La Academia Malagueña de Ciencias contará desde ahora como académico correspondiente a un reconocido experto en cambio climático, análisis probabilísticos de la precipitación, o climatología urbana y variabilidad. Juan Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y revisor del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), alerta de riesgos de una mala planificación del territorio frente a los episodios de lluvias torrenciales como los que Málaga sufrió hace unos días y confirma que el calentamiento del planeta aumentará la agresividad de estos fenómenos.

-¿La tromba de agua que cayó el domingo en Málaga tiene que ver con el cambio climático?

-Fue un episodio más típico de la forma de llover compulsiva del litoral mediterráneo, donde tras largos periodos de sequía no es raro que haya episodios muy intensos concentrados espacialmente. No está relacionado con el cambio climático, sino que es una lluvia extrema que siempre ha ocurrido y que seguirá ocurriendo en esta zona. Los mapas del tiempo anunciaban que podía llover, pero no pudieron precisar con niveles de detalle la intensidad tan elevada que tuvo y la localización tan particular.

-¿Por qué es tan difícil de predecir?

-En parte porque el Mediterráneo es un entorno climáticamente complejo y es más fácil predecir el tiempo en Dublín que en Málaga, porque allí viene todo del Atlántico y con una cadencia regular van llegando los frentes. Mientras que en esta zona lo que viene del Atlántico se va degradando y el Mediterráneo es fuente de energía y vapor de agua, y a veces hay depresiones que se activan al llegar aquí y otras que se generan aquí mismo. Y todo esto hace que sea más difícil predecir el tiempo, a parte de que en las capas medias de la atmósfera a veces hay aire frío que no se detectan en superficie y que son capaces de generar episodios torrenciales.

-¿Es por tanto una provincia peligrosa?

-El litoral y prelitoral mediterránea, incluida Málaga, son áreas críticas en cuanto a la lluvia torrencial. El riesgo en realidad tiene tres componentes: el peligro que lo porta la naturaleza, la vulnerabilidad de la sociedad y la exposición del territorio. Respecto al primero es cierto que en Málaga llueve con más intensidad cuando llueve que en lugares del norte de Europa, por lo que el peligro es superior. Quizás sobre la vulnerabilidad lo que necesitamos es más educación ambiental, mientras que la exposición se debe a que la ordenación del territorio la hicimos mal en el pasado y estamos ahora sufriendo las consecuencias. En cambio, la ordenación del territorio es la opción más barata para protegernos ante el peligro, pero claro ahora mismo no podemos cambiar las ciudades y eso es una labor a plazo medio que cuesta.

-¿El cambio climático ha cambiado la precipitación?

-La señal de la elevación de la temperatura es nítida, general y no tenemos ninguna duda. Pero en cuanto a la lluvia tenemos una alta incertidumbre y no se puede decir que en España haya disminuido en los últimos 100 años, aunque en algunos lugares de Andalucía sí.

-¿Y han aumentado los episodios torrenciales?

-No veo que hayan aumentado, pero sí han aumentado sus consecuencias por una mayor vulnerabilidad del territorio al haber construido a veces en el lecho de inundación y tener vías de comunicación por donde tiene que ir la inundación de cada 10 ó 20 años. Hemos disminuido la vulnerabilidad en conocimiento, predicción y protección civil, aunque los efectos de una ordenación del territorio basado en el modelo desarrollista de los años 60 se ven ahora.

-¿No se han tenido en cuenta los patrones espaciales de lluvia?

-Ahora cualquier obra importante tiene que contar con un estudio de impacto ambiental y ya los municipios están obligados a tener un mapa de riesgos de inundaciones. Pero no se tuvo en cuenta hace 40 años cuando se construyó lo que se construyó.

-¿Cómo será la lluvia en esta zona con los efectos del cambio climático?

-Las predicciones nos marcan reducción de la lluvia un 10 o un 15% a partir de mediados de siglo, y un indudable aumento de la temperatura y eso indica menor recurso hídrico. Aunque la lluvia se mantuviera igual, si la temperatura es alta hay más evaporación y disminuirán los recursos. A eso se une que los periodos de sequía serán más largos y cuando aparezca la lluvia será más intensa y concentrada, con lo cual alerta.

-¿Qué hay que hacer para afrontar la disminución de recursos?

-Hay muchas cosas por hacer, aunque en todas las ciudades que han pasado por sequías importantes se ha visto que se ha reducido mucho el consumo de agua per cápita, lo que indica que al menos la población ha tomado conciencia. Pero en la agricultura sí se puede reducir mucho más el consumo de agua porque no se puede seguir regando a manta. Sobre todo lo que hay que hacer es gestionar la demanda porque no puede haber agua para todo. Un campo de golf puede ser muy rentable pero no se puede hacer en una zona de Almería.

-¿Y más embalses?

-No, ahora es hora de la buena planificación hidrológica, el ahorro hídrico y la gestión de la demanda.

-Frente a las inundaciones, ¿más repoblaciones?

-Eso mitigaría el problema porque cuanta más vegetación haya menos caudal circulará por un río o un arroyo. El problema es cómo cambiar la gran cantidad de urbanizaciones y terreno pavimentado que no absorbe una lluvia importante y que provoca lo que llamamos la lluvia relámpago. Es muy difícil tirar de la noche a la mañana esas construcciones que se hicieron mal, pero donde haya un riesgo evidente soy partidario de meter mano. La clave es destinar cada lugar a los usos a los que potencialmente está preparado y la naturaleza permite. Pero eso digamos que da beneficio a medio plazo y los políticos que tienen que rendir cuentas cada cuatro años eso no les va a dar votos.

-¿Ve respaldo gubernamental real para afrontar lo que viene?

-No tengo muchos motivos para ser optimista tal y como está el panorama, pero debo ser forzosamente positivo. El acuerdo de París de diciembre de 2015 es un cambio de dirección y creo que es esperanzador porque todos los anteriores fueron un fracaso. Fue un punto de inflexión porque se lanzó un mensaje de que no vamos a apostar más por los combustibles fósiles que son la raíz del problema ya identificado. Pero es una utopía pensar que mañana ya todos los vehículos van a ser eléctricos porque del dicho al hecho va un trecho, no sólo por los políticos sino también por la población normal.

-¿Mitigación o adaptación?

-A la mitigación estamos todos obligados, pero la adaptación es fundamental porque aunque ahora dejáramos de emitir a la atmósfera la inercia del sistema seguirá haciendo su efecto.

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