Málaga

"Aquí falta de todo"

  • Los profesionales del servicio se quejan de las carencias que sufren Algunos creen que la situación puede ir a peor por el cierre de plantas

Los servicios de urgencia de los centros hospitalarios son lugares donde los recortes se palpan no sólo en cifras, sino en el ambiente. En el Hospital Regional de Málaga profesionales consultados por este periódico aseguran que falta personal -especialmente, durante los meses de verano-, material de asistencia, espacio para atender a los pacientes, camas, financiación... "Falta de todo" es la frase más repetida por los trabajadores de la planta baja del antiguo Carlos Haya. Antonio, uno de los médicos del turno de Urgencias, tiene muy poco tiempo para hacer declaraciones. "Pero si me pongo a hablar, da para un libro", bromea con cierto desengaño. Lamenta, de cara al paciente, los "enormes tiempos" de espera para ser atendido: "Aquí las cinco horas no te las quita nadie". El enfermo es el que acaba pagando este colapso. Por otro lado, Antonio cree que hay una campaña para quitar visibilidad a la paralización de las urgencias, "algo que cualquier persona puede comprobar cuando tenga que venir a ser atendida", añade. El primer problema que denota este médico es la falta de personal: "Aquí deberían haber unas 25 personas, y están faltando seis como mínimo". Ante la pregunta de por qué están ausentes esos profesionales, responde de carrerilla: "No hay dinero, nos dicen que esto es lo que hay, que nos tenemos que apañar". También enumera otros problemas como la evidente falta de espacio en la sala de cuidado, donde apenas hay un pequeño pasillo, no queda ni una silla libre y limitan el número de acompañantes por paciente: solo una persona por enfermo.

Los celadores, como Juan, están "en primera línea de batalla". Ellos son los primeros que reciben a las personas que llegan a la puerta de urgencias, les ofrecen ayuda motora y les realizan el ingreso. En menos de 15 minutos de conversación, Juan acumula más de 30 ingresos, y se queda sin sillas de ruedas. Él percibe más la falta de material asistencial y de las infraestructuras del hospital: faltan camas, y la zona de tránsito de urgencias apenas permite que haya dos ambulancias en la puerta -el mínimo legal-. "Esto es un no parar, deberíamos estar cinco personas aquí y solo me encuentro yo", espeta.

Otros médicos y enfermeros desean pararse a contar sus problemas, pero el estado de las urgencias les impide detenerse ni cinco minutos. Uno de ellos critica que la población general no tiene ninguna conciencia sobre este colapso. "Les importa poco cómo estén las Urgencias", comenta con rapidez. "Tan solo protestan cuando tienen algún ingresado aquí, y en cuanto le dan el alta, se olvidan".

Existe una desgana generalizada: bien por impotencia, al no tener ningún poder de decisión sobre este problema; o bien porque aún se esperan a lo peor, al mes de agosto y a sufrir el cierre parcial de la sección de traumatología -una de las que recibe más pacientes a lo largo del verano-. Ninguno entiende por qué en esta época se cierran plantas del hospital, cuando más visitantes recibe Málaga -y por tanto, la época donde hay más potenciales pacientes-. Independientemente de la austeridad y los problemas que lastran las urgencias, estos profesionales acaban atendiendo, de la mejor manera que pueden, a todos los pacientes que no paran de entrar por la puerta.

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