Málaga

La familia de Ionela pide ayuda para repatriarla

  • La madre de la joven rumana que murió en un club inundado el domingo necesita 3.300 euros

  • El dueño de una tienda de comestibles recauda fondos en Estepona

Al otro lado del teléfono, a 4.000 kilómetros, desde Rumanía, responde a la llamada de este periódico una madre embriagada de dolor mientras atraviesa el duelo por la muerte de una de sus dos hijas. La voz de Ionela, que falleció el domingo en un club de Estepona inundado por las intensas lluvias, se apagó demasiado pronto: con 23 años y en circunstancias trágicas. La mujer rompe a llorar cuando recuerda a la chica: "Era una hija buena y tranquila". Al desgarro por haber perdido a la joven, que deja una hermana de 11, la progenitora añade la angustia de no haberle podido dar sepultura todavía y pide ayuda para asumir los costes de la repatriación del cadáver, que permanece en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Málaga, cuyos responsables permanecen a la espera de que la familia o el Ayuntamiento del municipio se hagan cargo del traslado. No hay, según las fuentes consultadas, ningún plazo legalmente establecido para ello. De hecho, algunos cuerpos continúan allí desde hace meses.

La madre cifra en 3.300 euros la cantidad económica que necesita para transportar hasta su país el féretro de su hija, que vivió tres años en España y no pasó desapercibida. El dueño de una tienda de productos rumanos ubicada en Estepona ha colocado en sus instalaciones una hucha con la imagen de la chica fallecida y el número de cuenta, RO60DE090SV485645109000, para recaudar fondos. "Los padres son pobres y no tienen posibilidad de venir. Yo conocía a la hija porque venía a veces a comprar", señaló.

Fue el propietario de este negocio quien, según explic, le gestionó a Ionela hace un tiempo la compra de un billete para ir a Rumanía. "Se fue el 3 de septiembre y tenía la vuelta el día 22 ó 24, pero volvió más tarde. Antes vivía con una chica y quería buscar un alojamiento sola. Mientras, dormía en el club", recuerda. Tras tener conocimiento de su fallecimiento, el hombre contactó con los progenitores, que "están destrozados", para ofrecerles apoyo. "Les dije que queremos ayudarles recaudando dinero. Llevar el cuerpo en un avión puede costar 5.000 ó 6.000 euros. Apenas hablan español, la Policía, cuando habló con ellos la primera vez, necesitó un traductor", indicó. Fuentes oficiales del Consistorio aseguraron que ni la familia ni tampoco el Instituto de Medicina Legal se han comunicado con el área de Bienestar Social para pedirles una solución.

Nicoleta estaba convencida de que su hija, a la que vio por última vez el pasado mes de abril, trabajaba en un restaurante. En Estepona, era conocida por vecinos y comerciantes. Juan, mecánico de un local contiguo al club que fue arrasado por el agua, resaltó que aunque nunca intercambiaron palabras, sí comprobó en varias ocasiones que entraba y salía del establecimiento.

También el encargado del taller se vio afectado por la tromba, que le ha obligado a cerrar temporalmente su negocio hasta que un perito del Consorcio de Compensación de Seguros evalúe los daños. Según sus cálculos, unos 100.000 euros "solo en maquinaria". "No se puede aprovechar nada de lo que había. El domingo estaba cerrado, sino habría intentado recuperar lo que pudiera. Una furgoneta arrancó las puertas y dos coches que había dentro del local salieron a la calle navegando", subrayó. Más allá de su particular tragedia, el trabajador lamenta la muerte de Ionela. "Nosotros seguiremos adelante, pero lo de ella ha sido una pena. Cuando vi su foto supe que era esa la chica a la que vi varias veces pasar, aunque no coincidíamos demasiado porque me voy del taller sobre las 8 de la tarde y el club abre por la noche", señala.

Los bomberos emplearon más de dos horas en rescatar el cadáver de lonela del sótano en el que se encontraba flotando. Antes llamó a una compañera del club, quien contó en declaraciones a El Español que la chica "gritaba y gritaba". "Me decía que ya no podía salir, que no encontraba las llaves y que llamara a los bomberos. Le dije que se subiera a la barra para poder respirar. Escuché un golpe y se cortó la llamada", relató. El dueño del negocio, por su parte, detalló que le había "dejado quedarse allí a dormir hacía solo un par de semanas", pero que en unos días tenía pensado marcharse. No pudo hacerlo.

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