En estos 25 años el PTA ha sufrido fuertes transformaciones ligadas, como le gusta decir a su director general, Felipe Romera, a diversas olas de innovación. De cara al futuro la tecnópolis malagueña tiene varios retos importantes por delante.

El más acuciante es la mejora de los accesos y la movilidad. Hay 18.000 trabajadores y una única entrada por carretera, lo que provoca atascos a diario en las horas punta. La Dirección General de Tráfico ha hecho varias pruebas para intentar ser más eficientes, se ha promovido el uso compartido del coche entre los empleados y entradas y salidas escalonadas a las compañías, pero el atasco sigue ahí simplemente porque se hace un embudo. Los gestores del PTA han reclamado por activa y por pasiva la necesidad de que llegue el Metro o el Cercanías pero, por ahora, no hay nada previsto a corto o medio plazo.

En segundo lugar, el PTA debe lidiar con su propia ampliación. Prevé duplicar su superficie actual con unas 370 hectáreas nuevas para albergar la demanda de empresas esperada, lo que podría llevar, según las estimaciones de Romera, a que la tecnópolis pueda tener unos 50.000 trabajadores en las próximas décadas.

Otro de los retos es, por tanto, que el PTA deje de ser solo una zona empresarial para convertirse en una ciudad. Para ello se está analizando la construcción de viviendas de alquiler para los trabajadores y zonas comerciales, que se sumarían a las dos guarderías, un colegio bilingüe, algunos restaurantes y una farmacia existentes en la actualidad.