Discapacidad

El gen maligno

  • Ha pasado más de medio siglo del boom automovilístico y seguimos sin aprender ciertas cosas · Por el volante han pasado tres o cuatro generaciones, pero se transmite el gen que nos convierte en desconocidos

MUCHO han cambiado las cosas desde aquellos entonces, cuando los coches sólo tenían cinturones de seguridad en dos asientos, cuando no era necesario llevar una silla de bebé, sino que la mamá cogía a nuestro hermano pequeño en el asiento delantero.

Cuando nadie se preocupaba porque nuestro vehículo se pusiera a ciento ochenta sin que nos diéramos cuenta, sencillamente porque era imposible alcanzar esa velocidad con apenas cuatro marchas.

Por aquellos entonces, nosotros, en el colegio, nos quedábamos con la boca entreabierta al oír a nuestro amigo contar que el coche de su padre tenía una marcha más.

Había aparecido "la quinta marcha", que poco después incluso dio título a un programa de televisión.

Se cometían multitud de infracciones, las carreteras eran bastante peores de las que tenemos hoy, no existía el carne por puntos, y ni siquiera soñábamos con las medidas de seguridad de las que disponen hoy en día los coches.

Ha pasado más de medio siglo del boom automovilístico, y determinadas cosas aún no las hemos aprendido del todo.

Por el volante ya han pasado al menos tres generaciones de forma habitual, trasladando de abuelos a nietos el gen maligno que nos convierte en seres desconocidos cuando nos subimos a un vehículo a motor.

Todos conocemos las normas de circulación a la perfección, aunque cierto es que si alguno tuviéramos que volver a examinarnos, quizás nos íbamos a sorprender con más fallos de los permitidos.

Sin embargo, pese a dominar la situación y a ser la mayoría de nosotros personas normales, cuando nos subimos a un coche o una moto, sufrimos un proceso de mutación de la personalidad, donde el famoso gen, oculto en el resto de situaciones cotidianas, pasa a ser el gen dominante del carácter.

Este, consigue algo que a menudo es bastante difícil, y es que nos hace perder el respeto por lo que estamos haciendo, posicionando al resto de individuos que comparten actividad en despistados y malos conductores, porque sin duda, la culpa de cualquier situación que se produzca en la carretera siempre será de ellos.

Gracias a las actuaciones de todos los actores que intervienen en estas situaciones, cada día se producen menos accidentes de trafico, pero sin duda, jamás podremos erradicar esta pandemia, con cifras de fallecidos socialmente aceptadas, si no actuamos firmemente con los excesos al volante, tratando a los causantes de los mismos en función de los daños que produzcan.

Víctimas de accidentes de trafico no sólo son las víctimas mortales, también lo son cada una de las personas que logran sobrevivir de los mismos, acarreando para el resto de sus vidas lesiones o traumas que jamas superarán.

En estos días se celebra la Semana Europea de la Movilidad, donde no sólo se ponen de manifiesto los medios de transporte colectivos, sino que también se muestran las buenas prácticas al volante.

Ni que decir tiene que este trabajo es de todos. De los que conducimos y de los que no, porque víctima de un accidente de tráfico, nadie quiere ser, pero lamentablemente tampoco lo podemos evitar.

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