Málaga

El guardia civil que mató a su yerno dice que bebió y que estaba cegado de ira

  • El capitán en la reserva, acusado también de intentar matar al hermano de la víctima, declara que su mente se bloqueó y que no recuerda haber disparado contra el novio de su hija

El capitán de la Guardia Civil en la reserva acusado de asesinar al novio de su hija y de intentar matar al hermano de la víctima relató ayer al tribunal que lo juzga que tuvo un "subidón de ira" la mañana en que ocurrieron los hechos. Había bebido, se cegó y su mente "se bloqueó" después de que su yerno le dijera: "Tú a tu hija la has perdido para siempre; lárgate de aquí, hijo de puta". Luego, según su versión, el chico le dio un empujón y él se cegó. Lo siguiente que recuerda es a la víctima, un joven de 20 años con el que su hija convivía desde hacía seis días, tumbado en el suelo.

José Navarro, capitán de la Guardia Civil con 39 años de servicio y en la reserva desde 2004, se sienta desde ayer en el banquillo de los acusados y se enfrenta a una petición fiscal de 22 años de cárcel, 16 años por un delito de asesinato y otros seis por intentar disparar al hermano de la víctima, aunque el arma le falló, según el relato del Ministerio Público.

El acusado, que está en tratamiento psiquiátrico desde entonces, contó a los jueces de la Audiencia de Málaga que la situación en su casa era "un infierno" por la relación que había iniciado su hija, que la había convertido en una persona "pasota" e "irritable", y por el estado de salud de su esposa, que padecía ansiedad e incluso tenía "manías persecutorias". Él temía que su hija, por la influencia del novio, se estuviera metiendo en el mundo de las drogas. "Me veía inmerso en un pozo sin fondo".

El crimen tuvo lugar el 10 de febrero de 2005 en una urbanización de Rincón. La versión del acusado es que esa mañana llevó a su hijo a la Universidad antes de dejar a su mujer en el trabajo. Después regresó a casa, se bebió media botella de whisky y se quedó dormido en el sofá. A media mañana lo llamó su esposa para decirle que se acercara a ver su hija porque estaba enferma. El procesado portaba dos armas cuando abandonó su domicilio. Un revólver en la cintura y una pistola en el tobillo. Ayer dijo que siempre iba armado cuando salía a la calle y que ese día cogió las pistolas porque temía que su mujer pudiera hacer uso de ellas.

Cuando llegó a la casa de su hija se topó con la pareja en la puerta del bloque y a partir de ahí se inició un intercambio de palabras. Fue entonces cuando, según el capitán, el chico le empujó y a él le dio un "subidón de ira". Lo siguiente que recuerda es a la víctima tumbada a su lado y él recostado. Vio a su hija montada en la parte trasera de un coche que conducía el hermano de la víctima, que le apuntaba con un arma. Por eso echó mano de la pistola que llevaba en el tobillo, e incluso se le pasó por la cabeza la idea de suicidarse. Después llamó a la Guardia Civil, se identificó y dijo que creía que había matado a una persona.

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