Málaga

La herencia vasca de La Concepción

  • El matrimonio Echevarría-Echevarrieta fueron los artífices de la zona del jardín que comprende el estanque de la ninfa, la cascada de piedra y el emblemático mirador que se ha convertido en un símbolo

La huida del frío del norte de España trajo al matrimonio Rafael Echevarría Azcárate y Amalia Echevarrieta Maruri hasta Málaga en los albores del siglo XX. Fue en la finca de La Concepción donde encontraron el lugar perfecto para disfrutar de un clima agradable durante largas temporadas. Pero al final hicieron mucho más que eso. Continuaron la labor de la familia Loring Heredia ampliando el jardín histórico y dejando en él una huella personal imborrable que hoy en día conforman su identidad.

Cuando a la muerte del matrimonio de Jorge Loring y Amalia Heredia sus descendientes tuvieron que sacar a subasta por problemas económicos la impresionante finca que en la que se había convertido La Concepción, Rafael y Amalia no tuvieron ninguna duda de que ese era el lugar que buscaban.

Casi durante 80 años perteneció esta finca a la familia de los Echevarría, tiempo en el crearon una zona que comprende desde antes del conocido estanque de la ninfa y la cascada de piedra hasta el mirador que construyó el matrimonio bilbaíno y que se ha convertido en el emblema más notorio del jardín y que el historiador Francisco García Gómez, en su libro La Concepción, Testigo del tiempo, sitúa su construcción en torno a 1915.

Pero la bióloga y jefa de la sección de Botánica y Jardinería del jardín botánico-histórico la Concepción, Blanca Lasso de la Vega, explicó que los Echevarría introdujeron en la finca otra importante novedad como los setos recortados que aparecen alrededor del estanque del tritón, en el paseo de las palmeras y en los nuevos ajardinamientos que llevaron a cabo.

"Los Loring concibieron el jardín de forma paisajista, tipo inglés, más natural, como un bosque donde el factor sorpresa es importante; mientras que los Echevarría ampliaron la superficie del jardín con unos diseños más estructurados, más afrancesados, con parterres geométricos y setos que los delimitan", aseguró la experta.

La pareja formada por Rafael y Amalia acomodó la herencia que habían dejado los Loring a su modo de entender la vida y pasaban largas temporadas en Málaga, incluso en invierno.

Pero la Guerra Civil española marcó un triste capítulo en la vida de esta familia. Numerosos muebles u objetos arqueológicos fueron expoliados de la finca y hasta febrero de 1937 el Servicio de Defensa del Patrimonio Nacional no recuperó casi la totalidad de los enseres sustraídos, que fueron depositados en el Museo Provincial de Málaga y en los almacenes de La Alcazaba.

A partir de ese momento, contó Lasso de Vega, la familia "vivió un verdadero calvario de más de 18 años para recuperar lo que era suyo" y que comenzó una vez que terminó la guerra. En diciembre de 1942, la Dirección General de Bellas Artes accede a la petición de la familia a que se le devuelvan todos los objetos. Sin embargo, no fue tan fácil porque el delegado en Málaga del Patrimonio Nacional, Juan Temboury Álvarez, se negó terminantemente porque quería por todos los medios que cedieran su colección a Málaga.

Tras un sinfín de misivas y reclamaciones, en 1950 Amalia recibió parte de sus muebles, cuadros, jarrones y lámparas. Pero no los 52 restos arqueológicos que se encontraban en La Alcazaba, según se ha constatado en los últimos documentos que datan de 1958 gracias a Jaime Capell, hijo del que fuera el administrador y apoderado general de la familia Echevarría.

Mucho antes, en 1943, La Concepción fue declarado jardín histórico-artístico y en 1955 el sobrino de Amalia, Horacio Echevarrieta, un influyente personaje en la España del siglo XX y socio fundador de las líneas aéreas Iberia e Iberduero, heredó la finca.

Cuando murió en 1963, sus herederos se hicieron cargo de la propiedad hasta que 27 años después pasa a manos del Ayuntamiento de la ciudad. Su precio de compra: 600 millones de las antiguas pesetas.

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