Málaga

"El ser humano no es tan importante como para poder cambiar el clima"

  • El arqueólogo asegura que la mayor transformación del paisaje que sufrió la provincia se produjo durante el Neolítico cuando los primeros agricultores roturaron los bosques para crear las zonas de cultivo

Pedro Cantalejo (Málaga, 1957) lleva la historia corriendo por sus venas. Es un experto conocedor del patrimonio histórico y natural de la provincia y en especial de la que se ha convertido en su segunda casa, la Cueva de Ardales, de la que fue uno de los impulsores de su recuperación. Asegura que sería capaz de pagar por hacer lo que hace y se define como un curioso enfermizo y muy condescendiente con la realidad humana. Defiende la protección de lo que aún se conserva, pero sin renunciar al desarrollo.

-¿Cómo fueron nuestros antepasados?

-Por una parte he tratado de dignificarlos y creo que fueron seres como nosotros que en los últimos miles de años se comportaron igual. Estaban preocupados por cosas muy parecidas a las nuestras, sólo que viviendo en un medio muy distinto sin tantas ventajas ni infraestructuras. Pero también creo que pasaron mucho y tuvieron muy mala suerte de nacer entonces.

-¿Cómo era la vida en aquella época y que posición tenía Málaga en ese momento?

-Si nos remitimos a un periodo clave de la evolución humana hace 30.000 años, cuando el clima cambia, desaparecen los neandertales y llegan los primeros humanos, Málaga tuvo una posición fundamental en esa historia porque estaba situada entre dos continentes y entre dos mares, además de ser un refugio climático. Los malagueños de entonces vieron desaparecer a los últimos neandertales porque ya quedaban poquísimos y genéticamente surgieron problemas de consanguinidad que hicieron imposible que la especie siguiera al quedar aislada. La llegada de los humanos también produjo en Málaga un asentamiento permanente en las sierras y la costa propiciando el que tengamos hoy museos de la historia como son nuestras cuevas.

-Como gran conocedor de la cueva de Ardales, parece que jugó un papel importante en aquel momento...

-Y no solo Ardales, sino todas las cuevas malagueñas como la de Nerja, Rincón de la Victoria, Torremolinos, Benalmádena o Marbella que son enormes museos de la Prehistoria con más de 20.000 años de historia atesorados en su interior.

-¿Cree que las cuevas declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) se protegen de forma adecuada?

-Nunca voy a estar contento de como se cuidan las cuevas prehistóricas en Málaga porque 26 municipios de la provincia conservan arte prehistórico y lamentablemente hay muy pocas que están cuidadas y reconocidas aunque casi todas están estudiadas. Les falta el último tramo que es la conciencia tanto política como social de que conservamos un legado histórico de nuestros antepasados importantísimo y que tenemos que cuidar.

-¿Cómo se puede hacer compatible el desarrollo de una ciudad como Málaga con el hallazgo de restos arqueológicos?

-Pues aplicando la ley porque la compatibilidad está en ser eficientes por ambas partes. Si tenemos una ley que obliga a la sociedad a cumplirla en materia arqueológica, debemos también tener una fórmula para que sea rápida, eficiente y no penalice al que juega limpio.

-¿Tiene la sensación de que los particulares no se implican en la conservación del patrimonio?

-Tengo la sensación de que el patrimonio no ha encontrado todavía fórmulas para llegar a calar en la sociedad igual que lo ha hecho afortunadamente el medio ambiente.

-¿Considera necesario que se acometa de manera urgente un plan para rehabilitar el conjunto monumental de La Alcazaba-Gibralfaro?

-Me parece imprescindible porque la Alcazaba y Gibralfaro es nuestra postal y nuestro escaparate hacia el mar. Si ahora estamos potenciando la Málaga que mira de nuevo al puerto tendremos que potenciar lo que se ve desde allí.

-Hay muchos puntos en la ciudad donde se han encontrado restos y sin embargo no se han puesto en valor de forma expositiva, ¿de que forma se podría introducir el patrimonio arqueológico en la oferta cultural?

-Eso es difícil pero creo que antes de tener grandes museos se podrían musealizar otros pequeños recintos. El malagueño necesita una oferta cultural mucho mejor estructurada porque es importante que empiece a sentirse orgulloso de su pasado y lo cuide.

-Los expolios han hecho mucho daño al patrimonio a lo largo de la historia, ¿es irreversible?

-Se ha perdido mucho pero ese es el resultado de una larga tradición no conservacionista. Somos la primera o segunda generación que ha tomado conciencia de que hay que interesarse por el pasado desde un punto de vista conservacionista, es decir, no hay que intervenir tanto pero sin dejarlo abandonado.

-Quizás es porque no existe todavía esa concienciación de la que hablaba...

-No ha llegado a los colegios y es un poco lamentable. Cuando abría el libro de mi hijo de Conocimiento del Medio y veía que la época de la Prehistoria se limitaba a una foto sobre las pinturas de Altamira me daba cuenta de que a los niños no les podía llegar el mensaje de la historia. Todavía se sigue transmitiendo lo mismo que hacían los abuelos de nuestros maestros y con la interpretación de esa época. Y eso no funciona.

-Después de tener la oportunidad de estudiar cuevas de otros puntos de España y Europa, ¿cree que tenemos algo que envidiarles?

-Nada. Lo único que tengo que envidiarle es una conciencia social que no tenemos sobre ese patrimonio y también que esa conciencia ha calado en la clase política. Tenemos que poner los medios para que esas cuevas se conozcan y se difundan pero no se les haga daño. Y para hacerlo habrá que hacer un esfuerzo muy importante.

-No sólo la etapa prehistórica fue importante en la provincia, la huella de fenicios, romanos y musulmanes ha marcado el devenir de nuestra historia, ¿hasta qué punto fue importante Málaga para estas culturas?

-Fue determinante por su situación geográfica, su clima y sus condiciones naturales por la cantidad de recursos que tenía. También la situación del mar de Alborán que les permitía disponer de una serie de especies y una cantidad de pesca que debió de ser en el pasado ilimitada. El núcleo comercial siempre ha estado vinculado al mar porque Málaga tenía pocas salidas hacia el norte. El gran cambio estructural de la provincia primero se produjo en el siglo XIX con el ferrocarril y después con las carreteras y autovías. Pero el verdadero cambio mental se ha producido con la llegada del AVE.

-¿No cree que ha llegado un poco tarde esa conexión?

-Soy muy paciente, me lo ha enseñado la arqueología (risas).

-Entonces no le sorprenderá tanto que la zona del Guadalhorce aún no esté unida con la capital por autovía...

-Es verdad que necesitamos autovías y buenas comunicaciones pero supongo que las administraciones estarán en ello. A lo mejor soy demasiado optimista, pero no entiendo que la gente se pregunte continuamente cuándo va a llegar el AVE a su pueblo como si fuese una estructura que pudiese llegar a todas partes. En otras cosas porque lo veo también desde el punto de vista del patrimonio. Y está claro que el AVE es un costurón importante en el patrimonio, aunque tampoco podemos oponernos a los progresos.

-¿Piensa entonces que es compatible el desarrollo con la conservación?

-Totalmente. No estaré jamás en contra de una central eléctrica o un parque eólico mientras llegue a mi casa y pueda encender la luz o ducharme con agua caliente. Lo que hace falta es no desautorizar el futuro sino controlar las obras.

-¿Se acostumbra a ver tantos molinos por esta zona?

-No me acostumbro, pero me parece una necesidad. Es cierto que son unas estructuras enormes que impactan mucho en el paisaje. El problema estético enfrentado al progreso es un problema grave. Pero la verdad es que ahora protegemos lo que en su día también supuso un impacto para el paisaje como puede ser un puente romano. Y que conste que cuando menos se respetó el paisaje fue durante el Neolítico.

-¿Por qué?

-Porque la transformación durante esta época fue bestial al roturarse los bosques para conseguir las tierras de cultivos, lo que provocó una enorme desertización como consecuencia de la erosión de lluvia. Segregaron las cuencas, transformaron las laderas y hubo derrumbes por todas partes porque eso era una tierra virgen con arboleda y bosques perpetuos que cuando llegaron los primeros agricultores en el quinto milenio al segundo milenio antes de Cristo y hasta la época romana fueron destruidos. El territorio se está destrozando desde que el ser humano está en él.

-En el debate pantanos sí, pantanos no, ¿en qué lado se posiciona?

-Construir más pantanos en Málaga no es que pueda ser contraproducente, es que puede ser casi imposible porque no hay sitio donde hacerlo. Yo haría una regulación formal del uso del agua porque consumimos agua como si nos sobrase y en ese sentido somos pobres. La idea de más pantanos yo la pondría encima de la mesa cuando todo el proceso del agua estuviera perfectamente regulado. Para qué hacer más pantanos si estamos tirando el agua. Creo que hay una asignatura pendiente de las instituciones con la sociedad no solamente en el plano de la legislación sino ético.

-El cambio climático del que tanto se habla ahora también debió producirse entonces...

-Es que no existe un cambio climático sino un proceso lógico en el que el clima va cambiando ininterrumpidamente. Lo que ocurre es que ese proceso no se mide en la cronología humana sino en la natural. Además creo que el hombre no es tan importante para cambiar el clima, lo único que hace es empuercarlo y llenar todo de basura.

-¿Ha tenido ocasión de ver los efectos del tornado en Málaga?

-Lo he seguido por la televisión y ha sido terrible. Habría que plantearse por qué ocurren este tipo de fenómenos extraños en un entorno donde no es normal.

-Al final siempre son los más pobres los que sufren las consecuencias, como ocurre con la crisis...

-Desgraciadamente eso siempre ha sido así y seguirá ocurriendo. Pero lo de la crisis puede tocarnos a todos. Debemos entonar el mea culpa por no haber tenido control de nuestros gastos durante la época de bonanza. Pero afortunadamente será un ciclo como casi todo en esta vida.

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