silvia grijalba. periodista, escritora y gestora cultural

"Si algo malo tiene el cosmopolitismo es que nos hace poco chovinistas"

  • La coordinadora de la Casa Gerald Brenan y gerente de la Fundación Rafael Pérez Estrada repasa los retos de la Málaga cultural y defiende el carácter abierto y moderno de la ciudad

En una tarde lluviosa, Silvia Grijalba (Madrid, 1967) recibe a Málaga Hoy en la Casa Gerald Brenan poco antes de la celebración de una mesa redonda sobre Marjorie Grice-Hutchinson, la escritora y economista británica que residió en Málaga cerca del mismo Brenan y de Gamel Woosley y que actualmente está enterrada junto a ambos en el Cementerio Inglés. Nacida en Madrid y criada en Torremolinos, Silvia Grijalba es una de las luminarias de la historia del periodismo musical español, a través de su trabajo en El Mundo y en medios especializados como Ruta 66, Rolling Stone y Vogue. Como novelista, ganó en 2011 el Premio Fernando Lara con Contigo aprendí, en la que contaba la asombrosa historia de su abuela paterna. Tras un regreso proverbial al territorio de su infancia, desde hace unos años ejerce como coordinadora de actividades de la Casa Gerald Brenan, en Churriana, y como gerente de la Fundación Rafael Pérez Estrada, alojada en la anterior.

-¿Cómo ha cambiado su percepción de Málaga, especialmente en torno a su actividad cultural, desde su regreso?

-He vivido Málaga, y la Málaga cultural, desde distintos puntos de vista. En un principio lo hice como consumidora de cultura antes de ir a Madrid a estudiar la carrera. Siempre digo que vivir en Torremolinos pero a la vez muy conectada a a Málaga me aportó en aquellos años un background muy moderno. Es un tópico decir esto, de acuerdo, pero es verdad que Málaga es una ciudad muy cosmopolita. Piensa que en los años 80 llegaban aquí las influencias de Inglaterra y de los países escandinavos directamente, sin intervenciones de por medio. Para mí era algo absolutamente normal comprar aquí el New Musical Express en lugar de las revistas musicales españolas. Después, cuando llegué a Madrid, pude comprobar que aquello no era precisamente lo normal fuera de Málaga, sino más bien una excepción. Me vi con una cultura musical y literaria más amplia de la que traía gente de otros sitios de España, pero para mí fue algo muy natural. Más tarde, cuando empecé a escribir en El Mundo y a publicar mis novelas, venía a Málaga como escritora invitada por instituciones como el Instituto Municipal del Libro, donde hice cosas como el ciclo Poesía del rock; y también entonces me daba cuenta de que en Málaga había un interés especial por determinadas manifestaciones artísticas. Por último, como gestora cultural mi labor aquí empezó precisamente a través de Poesía del rock y desde entonces ha sido todo muy especial. Si propuse cosas en su momento para desarrollarlas en Málaga, lo hice porque había instrumentos pero también porque era una ciudad donde se podían hacer estas cosas, porque había un público interesado en la creación de vanguardia, y esto no se puede decir de todas partes.

-A la hora de poner en marcha actividades culturales, ¿pesan mucho los nombres de Gerald Brenan y Rafael Pérez Estrada?

-Digamos que te planteas varias cosas. Una tiende a promover personalmente cierta literatura y cierta música, pero como gestora cultural tienes, por una parte, que divulgar experiencias que el público al que te diriges desconoce, y a la vez ofrecer cosas que sabes que van a gustar a ese público. La Casa Gerald Brenan está en Churriana y trabajamos con los distintos colectivos culturales y vecinales del distrito, recibimos propuestas y las desarrollamos. Y cada vez estoy más convencida de que esta combinación de la tradición y de la vanguardia está en la misma médula, en el corazón de Málaga. Hoy no es raro encontrar aquí a gente que crea un arte de vanguardia y a la vez forma parte de una cofradía. Eso, que en otras ciudades resultaría extraño, constituye una riqueza muy especial. Por eso, tanto en la Casa Gerald Brenan como en la Fundación Rafael Pérez Estrada procuramos combinar lo uno y lo otro: lo mismo organizamos un concierto de música clásica que una conferencia sobre rock, y lo bueno es que el público que viene a unas cosas está empezando a venir a las otras. Esto para nosotros es algo esencial. Me gustan mucho las actividades en las que se mezcla gente distinta. Pero es que el cosmopolitismo en Málaga es una cuestión muy natural, muy de verdad. Y Gerald Brenan es un atractivo en esto fundamental.

-Pero, ¿cuál ha sido el precio a pagar por el cosmopolitismo?

-Creo que el cosmopolitismo ha podido acarrear el hecho de que seamos muy poco chovinistas, de que siempre pensemos que lo que hay fuera es mejor. Aunque esto sucede también en Madrid, e imagino que, en mayor o menor grado, en muchas partes. Casi siempre se subraya lo bien que lo hacen ahí fuera sin prestar mucha atención a lo que pasa aquí, y esto también afecta al mundo de la cultura. No obstante, creo que esto está cambiando. Lo que ha pasado con Picasso lo deja muy claro: durante muchos años, a Picasso se le relacionó casi exclusivamente con Francia. Pero de un tiempo a esta parte Picasso aparece como un artista muy vinculado a España y particularmente a su Málaga natal, y esto se debe al trabajo que han hecho desde aquí instituciones como la Fundación Picasso Casa Natal. Honestamente, creo que podemos sentirnos muy orgullosos de este cambio de perspectiva.

-¿Dirigir un centro cultural lejos del centro implica empezar desde un cero más absoluto?

-Al principio, la verdad, sentía verdadero terror. Cuando llegué a la Casa Gerald Brenan, dado que crecí en Torremolinos, no era muy consciente de los reparos que presuntamente tienen los malagueños a moverse fuera del centro para buscar actividades culturales. Pero muy poco después empezó a asustarme toda la gente que me decía que nadie iba a desplazarse a Churriana para asistir a un concierto o a una conferencia, así que me invadió el pánico durante un tiempo. La posibilidad de que esto fuera cierto me llenaba de dudas, pero poco a poco fuimos convenciendo a los escépticos de que no, de que el proyecto era viable. Ahora me reafirmo en mi convicción de que si haces algo interesante, algo que merezca la pena, la gente va a acudir. Eso sí, te confieso que cuando vi colas para entrar a una conferencia, la primera sorprendida fui yo. Ir a la Casa Gerald Brenan es un poco como aprender a nadar: al principio parece que cuesta, pero poco a poco te acostumbras y no tardas en sentirte a gusto. A quienes vienen habitualmente a nuestros actos no les parece que estemos tan lejos del centro, desde luego. ¡Si además estamos muy cerca de Ikea! Por parte del Ayuntamiento había un empeño en descentralizar las actividades culturales y poner en marcha otros equipamientos fuera del centro, y la verdad es que con mucho trabajo se está consiguiendo. Pero de nuevo la acumulación de la oferta cultural en el centro en detrimento de los barrios es algo habitual en muchas ciudades. A lo mejor estamos siendo pioneros en promover lo contrario.

-¿Le convence la marca Málaga. Ciudad de Museos?

-La realidad cultural de Málaga es muy diversa, mucho más allá de sus museos, desde luego. Pero creo que esa marca puede ser útil en la medida en que traiga a mucha gente que llegue a Málaga interesada por sus museos y que, de paso, ya se quede a ver otras cosas. Como eslogan me parece que sí, que puede funcionar, y que de hecho ya está funcionando. Para invitar a la gente a que venga, el turismo se parece un poco a la gestión cultural: hay que darles un gancho, algo que de entrada les pueda resultar atractivo y luego, cuando ya han venido, se les entrega el paquete completo. Tengo amigos que han venido de Madrid a ver el Museo Picasso y el Museo Ruso y luego han terminado en la Casa Invisible. Definir y concretar siempre es la mejor opción, especialmente de cara al turismo. A veces algunas marcas con las que se promocionan las ciudades me chocan, pero en este caso me ha parecido muy, muy acertada.

-Al ejercer de periodista musical usted se ha dirigido a menudo al público joven. ¿Percibe una sensibilidad real en este sector hacia la cultura en Málaga?

-Sí. Como gestora cultural, para mí siempre ha sido una prioridad establecer vínculos entre una cultura popular y otra, digamos, más elevada, porque entre otros motivos esto nos permite llevar a la gente joven a hacer descubrimientos importantes. A la hora de trabajar con referentes como Gerald Brenan y Rafael Pérez Estrada, tenía claro que quería darlos a conocer pero no a cualquier precio, siempre con un determinado sustrato, un respeto y una coherencia. Pero sí creo que hay perderle el miedo a cosas que ciertos escaparates nos presentan como aburridos, como la poesía y la literatura; y estoy convencida de que un género musical como el rock puede contribuir a que mucha gente joven les pierda el miedo. Fíjate, cuando hicimos el disco dedicado a Gerald Brenan invitamos a un grupo rock de Málaga, Alfred Larios, de gente muy joven, con 22 o 23 años. Vinieron a la Casa a la presentación del disco, se quedaron encantados y desde entonces es habitual verlos aquí, en las conferencias y demás actividades que hacemos. El otro día celebramos una charla sobre Dora Carrington y vino mucha gente joven.

-Gente que, posiblemente, desconocía quién era Carrington.

-Claro, pero es que nos gusta la idea de que hay cierto público que empieza a venir a nuestras propuestas sin saber a lo mejor muy bien a lo que va pero convencido de que les va a gustar. Como cuando en los años 80 te comprabas los discos de una discográfica en particular aunque no conocieras al grupo, porque confiabas en que esa discográfica no te iba a defraudar. Lo más importante cuando haces gestión cultural es que la marca que acuñas genere confianza. En Madrid lo lograron instituciones como La Casa Encendida, y nosotros queremos lo mismo.

-¿Qué le parece la dependencia que mantiene Málaga respecto al turismo mientras en otras ciudades como Barcelona suenan las alarmas? Hasta The New York Times se refirió a Málaga como "la nueva Barcelona".

-Teniendo precisamente el ejemplo de Barcelona, donde ha habido ciertos problemas, estamos a tiempo de tomar medidas para evitar que suceda la mismo. Pero hay que tener en cuenta que el turismo constituye un pilar clave y esencial de Málaga, que siempre ha sido una ciudad turística. Así que darle la espalda a esto sería absurdo. Me parece genial que se aproveche la definición turística de Málaga y que se tengan en cuenta precedentes para evitar los modelos que no han salido bien. Pero creo que en Málaga hay cierta gente que se queja del turismo sin muchas razones. Es como la famosa gentrificación: yo viví en Madrid durante veinte años en Malasaña, que es el barrio gentrificado por excelencia. Y qué quieres que te diga, me parecía muy bien. Hay que tener cuidado, eso sí, con que no se encarezca demasiado la vivienda, pero por otra parte Malasaña fue durante muchos años un barrio delictivo y muy peligroso y gracias al turismo se convirtió en algo muy distinto. Es verdad que hay problemas de ruido, pero también es cierto que los ha habido siempre. Un desarrollo turístico no tiene necesariamente por qué conducir a Barcelona. Y mi impresión es que Málaga lo está haciendo bastante bien.

-¿Qué argumentos culturales habría que reforzar ahora para no tener que lamentar nada en un futuro, digamos, a medio plazo?

-Me parece fundamental mantener los equipamientos culturales con los que contamos hoy. Sé que han sido criticados por ser delegaciones, pero sería fantástico conservar el Pompidou y el Museo Ruso, que precisamente por ser delegaciones han traído una marca ya hecha muy potente. Y una vez planificada toda la gran cultura, habría que reforzar los espacios más pequeños, los aforos más discretos que a la larga pueden ser igual de importantes. Hay que combinar lo uno y lo otro, lo grande y lo pequeño, aunque empecemos por lo grande y luego atendamos a aspectos más minoritarios y alternativos. Los cimientos de todo esto ya están hechos; ahora corresponde construir a partir de aquí.

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