El Prisma

El mínimo común exigible

  • Si la temporada política comenzaba en septiembre con el alcalde de Málaga quitándose el sombrero ante sí mismo por mantener los servicios básicos, concluye con el "notable alto" que se pone la Junta

CON la situación actual, ya es bastante con que la ciudad funcione y pague a proveedores. En estos momentos, un ayuntamiento que mantenga los servicios con calidad, como la limpieza y los jardines, que pague a proveedores, a la Seguridad Social y a Hacienda, es de chapó". El titular lo daba en una entrevista, allá por septiembre, el alcalde de Málaga. Ni que decir tiene que al día siguiente, y haciendo su trabajo, la oposición lo crucificó por semejante autocomplacencia, aunque el tiempo, lamentablemente, casi haya acabado dándole la razón. Pero una cosa es que la coyuntura sea tan cruda que quizás tengamos que empezar a aplaudir a los políticos que simplemente hagan su trabajo de forma responsable, administrando el dinero de todos con sensatez -hay tan, tan poquitos y lo de Art Natura, La Merced y el Astoria invalida tanto, tanto a De la Torre- y otra bien distinta es que los mismos responsables públicos se den palmaditas en la espalda.

Esta semana quien se ha pavoneado sin rubor alguno por cumplir el mínimo común exigible -si es que acaso lo ha hecho- ha sido la Junta de Andalucía, que al fin y al cabo gobiernan los mismos socialistas que fustigaban al alcalde en septiembre tras su autosombrerazo. El lunes, Remedios Martel, acompañada por la mayor parte de los delegados autonómicos, hacía un alto en su frenesí electoral para hacer balance y otorgar al Gobierno andaluz un "notable alto" por su labor esta legislatura en la provincia. Una nota que quizás el Ejecutivo andaluz sólo alcanzó realmente en aquella inconclusa Hora de Málaga que trajo el Museo Picasso. Porque todo lo que no sea adjudicarse un suspenso -cosa que por otra parte jamás hará un político- o un ns/nc, parece una burla al ciudadano y a la realidad. Los últimos cuatro años del PSOE en la Junta han resultado lamentables para Málaga. Por no decir los últimos ocho. Y si hace falta tiramos otra vez de la larga y cansina lista de promesas incumplidas, empezando por el tren litoral, siguiendo por el saneamiento integral y los puertos deportivos abandonados y concluyendo con el megahospital, el cinturón verde y ese vial distribuidor metropolitano, básico para que la hiperronda alcance todo su rendimiento, pero que a juicio de la Consejería de Obras Públicas es prescindible y menos importante que la autovía del Olivar Estepa-Úbeda.

Si el alcalde se colgaba medallas porque los servicios de la ciudad siguen funcionando y el Ayuntamiento no se encuentra, aún, en bancarrota, la Junta se enorgullece por seguir pagando los servicios públicos de Sanidad y Educación. ¿Son muchos, pocos o regulares 1.900 millones de euros al año en gasto sanitario en la provincia? No hay forma de calificarlo. Pero lo que sí sabemos es que ese dinero procede de los impuestos de los ciudadanos, y no de ningún logro de gestión política. Presumir de que, once años después de prometer la infraestructura, la Junta y el Gobierno central han firmado un protocolo para abordar el tren de la Costa del Sol suena a chiste de mal gusto, como sacar pecho, con la que está cayendo, de las ayudas concedidas para la creación de empleo, o de esos planes contra el paro que han resultado ser un completo y costoso fracaso. Va siendo hora de que alguien ponga un espejo, bien grande, en el número 18 de la Alameda principal. Hace bastante tiempo que los cargos de la Junta se pasean desnudos. Y siguen sin darse cuenta.

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