Málaga

El observador ilustre

  • El Rey quiso conocer la pinacoteca recién inaugurada y recorrió desde la colección Loringiana al almacén visitable

Volvía a amanecer un día especial para el Museo de Málaga. Fuera, frente a las palmeras de la entrada, se aguardaba con expectación. Un nutrido grupo de personas esperaba la llegada de alguien, sin duda, especial. Dentro, las obras que habitan el Palacio de la Aduana, las que ya han sido vistas y comentadas por miles de ojos desde el pasado 13 de diciembre, se enfrentaban esta vez a un observador ilustre. Con la pinacoteca cerrada al público general, su mirada escrutadora, sus dudas y preguntas fueron protagonistas de la mañana. El Rey de España recorrió la colección Arqueológica y la de Bellas Artes atendiendo las explicaciones de la directora del centro, María Morente y acompañado de una importante comitiva.

El ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, acudía por segunda vez a la instalación malagueña después de que fuese el encargado de inaugurarla. También lo hacía la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz y la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, además del delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre y el presidente de la Diputación Provincial, Elías Bendodo.

La visita Real se anticipó más de 15 minutos sobre el horario previsto. Su Majestad Felipe VI se bajó del coche oficial decidido a acercarse a los que ya gritaban "¡Viva el Rey!". Tendió la mano, dio besos y sonrió para las fotos de las decenas de móviles que se blandían muy cerca de su rostro amable y distendido. Varios minutos después subió la escalinata para acceder al Palacio de la Aduana y la marabunta de periodistas se trasladó con celeridad a la segunda planta, el siguiente punto marcado en el estricto itinerario, la colección Loringiana. Allí se detuvo, leyó cartelas y demandó información sobre las esculturas que la familia de industriales atesoró gracias a su amor por el arte.

Más de media hora después, los gráficos tuvieron la posibilidad de inmortalizar al Monarca frente a otro icono del Museo de Málaga, el famoso cuatro Anatomía del Corazón realizado por Enrique Simonet. Allí, antes de ser demandado por las cámaras, se detuvo un momento frente a la piel desnuda y frágil de la muchacha que yace con su corazón sin latido en las manos de otra persona. Tampoco podía pasar desapercibido el espectacular cuadro de Salvador Viniegra que se cuelga en la misma sala que el Simonet, La bendición de los campos. Se trata de una escena costumbrista retratada bajo la luz del amanecer y con una atmósfera que muchos críticos consideran "espléndida".

"El Rey se ha mostrado bastante activo e interesado, preguntando por muchas piezas, muy participativo", comentó María Morente, la directora de la pinacoteca, poco antes de finalizar el cóctel que se sirvió tras la visita. "Nos hemos detenido bastante en las grandes piezas de la colección Loringiana y después hemos visto la sala desde la Prehistoria hasta el arte fenicio terminando con la famosa Tumba del Guerrero", agregó Morente. Interesado especialmente por los fondos del siglo XIX, por los paisajes y marinas, según explicó la directora del museo, no dejó de prestar interés "por todo".

"Ha ido preguntando constantemente sobre temas de pintura, de arqueología, cuál era su origen, le hemos contado también cómo se forman las colecciones, cómo arrancan del siglo XIX y se van constituyendo con los dos museos, el tipo de depósitos que tenemos, los depósitos estatales, el gran incremento de pintura en el XIX del Museo del Prado, la singularidad de que Málaga se haga en Bellas Artes un museo de arte contemporáneo, moderno y no de arte religioso de desamortización...", repasó Morente con algunos periodistas. Y apuntó que el recorrido terminó mostrándole a Felipe VI el almacén visitable. "Ya que es una experiencia un poco pionera, no es habitual tener abierto al público un almacén, se lo hemos mostrado", añadió la directora.

También la reconversión del espacio, la mutación del edificio para convertirse en el gran museo que es suscitó la curiosidad del Monarca, que en el cóctel charló con los arquitectos Juan Pablo Rodríguez Frade, del equipo de museografía, y Fernando Pardo, de arquitectura. Según Morente éstos le explicaron las claves de la rehabilitación y los puntos fuertes de la intervención en un palacio que ha ganado en luminosidad. Igualmente se interesó por la movilización ciudadana que reivindicó el museo nada más salir del Palacio de Buenavista y quedarse sin sede. "Nos ha preguntado si aquellas personas que movilizaron a Málaga han tenido contacto con el centro y le hemos explicado que estuvieron en la inauguración y que fueron los primeros que visitarlo, lo cual le ha complacido", concluyó Morente.

Poco antes de las 14:00, el Rey abandonó el patio central para regresar al coche oficial. Esta vez en sentido inverso, antes de entrar en el vehículo, volvió a acercarse al público congregado. Aunque no escuchó los gritos infantiles que coreaban su nombre de pila en la otra esquina. Eran los niños del céntrico colegio Nuestra Señora de Gracia, en la calle Ferrándiz. En su usual no parar diario, el colegio entero se ha embarcado en un proyecto dedicado a los museos y ayer era el día señalado para que una clase fijase su mirada en el exterior de la Aduana. Lo que no contaron fue con que en el mismo viaje viesen al Rey, aunque fuera de lejos, y la presidenta de la Junta de Andalucía les brindara besos y una cálida dedicatoria cuando ya su Majestad iba rumbo al norte.

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