Francisco Ráez. padre de pablo ráez

"Soy el padre más orgulloso del mundo, pero ¡a qué precio tan alto!

  • Sostiene que el legado de su hijo no es tanto el aumento de donantes de médula ósea, sino el haber alentado entre los jóvenes el compromiso con la sociedad a través de la donación

Francisco Ráez.

Francisco Ráez. / elisa moreno

Un ángel en el cielo; sin pelo, con la cara de Pablo Ráez y el brazo haciendo el gesto de Siempre fuerte que lo hizo famoso. Esa es la imagen que su padre, Francisco, tiene en el whatsapp. Es una caricatura algo naif que retrata a la perfección a su hijo. Un año después de su fallecimiento, Francisco habla con entereza; la misma que heredó Pablo para afrontar su enfermedad.

-Lo primero, ¿cómo está la familia?

Pensar en mi hijo Pablo despierta cosas buenas en el corazón, pese a la tristeza de su fin"

-Bien, cada uno llevando su propio camino. Estamos vivos, la vida continúa. Hay muchas desgracias alrededor también. Hay que sentirse afortunado de cómo han pasado las cosas; pensar que [Pablo] ha venido para algo.

-Sí, porque en la donación de médula ha habido un antes y un después de Pablo Ráez...

-Sobre todo porque la información ha llegado a todo el mundo. Ya la gente sabe que no le arrancan un trozo de espalda, que era el prejuicio que teníamos antes. Pablo lo difundió mucho. Pero más que el aumento, es precioso ver cómo los jóvenes, al cumplir los 18 años, se comprometen con la sociedad haciéndose donantes de médula. Es un punto más importante incluso que la donación, el compromiso. A mí personalmente me conmueve muchísimo porque los seres humanos somos intrínsecamente generosos.

-Esa concienciación se la debemos a su hijo, es su legado...

-Bueno, no solo de él. Él ha sido el altavoz, pero es la forma de pensar de los jóvenes de ahora; mucho más colectiva, responsable y solidaria. Creemos que nuestros hijos van a lo suyo, pero como generación tienen su manera de expresar sus ideas y lo que quieren. Los jóvenes siempre quieren cambiar las cosas.

-Tenía 21 años cuando falleció. ¿Cuántos reconocimientos ha tenido?

-Muchísimos. La Medalla de la Provincia, la de Marbella y reconocimientos por toda España. Es una lista interminable. Pero sobre todo, lo importante son las muestras de cariño. Porque por donde voy, por homenajes y premios, la gente se acerca a mí y siente amor por mi niño, que es un legado importante de Pablo, que pensar en él despierta cosas buenas en el corazón, pese a la tristeza de su fin. Nadie que hable de Pablo Ráez se siente triste del todo. Eso también es importante. Igual me enrollo mucho, pero llevo mucho tiempo pensando en los por qué de la vida...

-¿Sigue recogiendo reconocimientos?

-Sí, si. Supongo que esto es como un eco, que poco a poco se irá apagando, pero es muy bonito. Lo digo siempre. Soy el padre más orgulloso del mundo, pero ¡a qué precio tan alto! Pero es bonito porque Pablo estaba muy interesado en los jóvenes porque son el futuro y tenemos que darle la confianza que igual nosotros no hemos tenido. Quitarnos los miedos de proteger, proteger, proteger. Están bien protegidos y educados, van a poder con todo, siempre ha sido así.

-¿En Marbella le ponen un bulevar a Pablo?

-Están trabajando en ello. En la entrada de Marbella, donde está el ambulatorio, en Las Albarizas. Hay una avenida muy grande que se llamará bulevar Pablo Ráez.

-La campaña de su hijo fue la mejor que se haya hecho nunca en España a favor de la donación de médula. Es loable que un joven que entonces tenía 20 años hiciera algo así...

-Sí, los datos [del aumento de donantes de médula ósea] son espectaculares. Pero ya había una información previa de la Administración. Todo lleva un camino. Si no hubiera habido un soporte para atender esa respuesta, no habría valido. Si la campaña hubiera salido antes no hubiera funcionado. Hay un subconsciente colectivo y llega un momento en que todas las piezas encajan. La Administración llevaba tiempo trabajando en promover la donación de médula ósea y todo ha llegado en su momento. Y si no hubiera sido mi hijo, hubiera sido otro porque ya el sistema estaba preparado para captar la solidaridad; porque ya existía un plan de contingencias.

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