A Bernardino le gustaban las mascotas exóticas. Cuando fue detenido hace un mes por presuntamente clavarle un cuchillo a su mujer en el costado, los agentes descubrieron en su casa varios terrarios con serpientes pitón, mapaches, monos titicaca, algunas de estas hembras embarazadas, y una bull terrier con ocho crías. Tras perpetrar la agresión, lanzó algunos de estos ejemplares por la ventana en un ataque de ira. En la casa, ubicada en la calle Deva de La Palma, también había numerosas fotos del arrestado con un tigre, una de ellas, dentro del terrario de la serpiente pitón.

Tras algunas indagaciones, se descubrió que Bernardino, de 43 años, guardaba al felino en casa de sus padres en la zona de La Fresneda, de Campanillas. Ellos lo cuidaban desde que era un cachorro y le habían cogido cariño. Pero el animal tenía a los vecinos amedrentados porque temían que en cualquier momento pudiera escaparse de la jaula.

La casa no contaba otras medidas de seguridad: ni vallas, ni puertas, ni muros. El tigre tenía a los vecinos en vilo y dieron aviso al Seprona en varias ocasiones.

Cuando el hombre fue enviado a prisión, miembros de la protectora de animales se interesaron por la situación del animal y pudieron certificar que estaba bien cuidado y alimentado.

No obstante, advirtieron a los familiares que lo atendían de la próxima entrada en vigor de una norma autonómica que prohíbe a los particulares la tenencia de este tipo de animales. Pero antes de tener la oportunidad de deshacerse del animal, el felino enfermó y la familia decidió sacrificarlo, según han confirmado fuentes del Seprona.

El resto de animales del presunto maltratador no corrieron mejor suerte. Parece ser que tres de los cachorros de la bull terrier murieron a causa del estrés cuando fueron sacados precipitadamente de la casa la noche en que ocurrieron los hechos. Uno de los monos que fueron arrojados por la ventana pudo sobrevivir y fue encontrado al día siguiente en la zona de Martiricos.

La Junta de Andalucía aprobó recientemente una norma sobre tenencia de animales peligrosos, para lo que hasta la fecha existía un vacío legal. Según el presidente del Colegio de Veterinarios de Málaga, Enrique Moya, el decreto prohíbe que los particulares tengan reptiles de más de 2 kilos de peso, así como peces y arácnidos que tengan veneno. Se contempla que ningún particular podrá tener primates y mamíferos de especies salvajes con más de 10 kilos de peso. A raíz de la entrada en vigor, los propietarios de algunos de estos ejemplares tienen seis meses para deshacerse de ellos a través del Seprona.

El problema puede surgir ahora, según valora el presidente de la Sociedad Protectora de Animales al ser consultado, "en que afloren demasiados animales y no haya dónde llevarlos; los zoos ya no admiten más ejemplares", dice.

La norma autonómica también impone requisitos más restrictivos para los perros.

Aumenta el número de razas catalogadas como peligrosas y se establecen ocho características que tienen todos los canes de este tipo. El que cumpla cinco de estas características debe someterse a unas reglas específicas de seguridad aunque esa no esté catalogada como peligrosa.

El Seprona calcula que entre la Costa del Sol y la granadina existen unos 30 felinos de grandes dimensiones en casas particulares. Algunas fuentes cifran en 3.000 euros el coste en el mercado negro de un cachorro de tigre o de león, especies protegidas pero que se comercializan ilegalmente en Málaga. "Un malagueño puede ir a un país africano a matar tigres en un safari que a lo mejor han sido criados en Málaga", dice un experto.

Se desconoce si Bernardirno pensaba hacer negocios con su tigre. Fue detenido el pasado día 17 de enero tras haber apuñalado, presuntamente, a su mujer con un cuchillo de unos 20 centímetros.

Cuando la Policía llegó al lugar de los hechos lo vio con el torso desnudo y manchado de sangre. Al tratar de identificarlo, golpeó a uno de los agentes que luego se incautaron en su domicilio de numerosas armas blancas como catanas, puñales y navajas.

El suceso tuvo una gran repercusión porque el hombre no sólo tiró a los animales por la ventana, sino que también arrojó un hacha que cayó justo al lado de un vehículo que casualmente pasaba por allí.