Ginés Morata. premio príncipe de asturias de investigación y medalla de oro de andalucía

"La posibilidad potencial de manipular los genes de la longevidad existe"

  • Dice que la emigración de investigadores hace que se promocione la ciencia en otros países con dinero español

Ginés Morata

Ginés Morata

-Disertará sobre la inmortalidad. Explíqueme eso...

-Voy a hablar de cómo los nuevos avances van a afectar mucho al conocimiento de la biología humana y de la enfermedad humana; de las posibilidades de cura de enfermedades como el alzheimer. Y uno de los temas más interesantes es la posibilidad de alargar la vida.

-¿Pero la inmortalidad no es posible?

-Bueno, siempre es una especulación. No hay ninguna razón absolutamente fundamental para decir que la inmortalidad sería imposible. Parece especulativo en este momento, pero hay que tener en cuenta que las células sexuales de las personas y de las especies son inmortales. Todos nos reproducimos en nuestros hijos y nietos... Hay partes de nuestras células que pasan a la siguiente generación y a la siguiente... Hay algunas células humanas o de cualquier otra especie que son inmortales puesto que no tienen una muerte inevitable sino que siguen propagándose. Las bacterias son inmortales; pueden seguir propagándose continuamente y no tienen un programa de envejecimiento y muerte.

-La inmortalidad quizás es futurible o imposible, pero lo real es el alargamiento de la vida ¿no?

-Ya en algunos organismos experimentales, como moscas o gusanos, se puede conseguir que vivan mucho más, manipulando genes que también tienen las personas. Por lo tanto es concebible que esos genes que tenemos todos puedan ser manipulados y podamos vivir más. No sé si es bueno o conveniente. Hoy no se pueden manipular los genes humanos, sería un delito hacerlo. Pero la posibilidad potencial de manipular los genes que tienen que ver con la longevidad existe.

-¿Y es ético?

-Casi nadie quiere morirse. Si me dijeran que puedo llegar a vivir 500 años, lo más probable es que dijera que sí. No veo nada especialmente perverso en querer vivir más. Yo no veo ninguna perversión en que aumentara la duración de la vida. Evidentemente se generarían problemas de otro tipo.

-La gente se acumularía...

-Pero eso sería regulable. A lo mejor nacerían menos niños. Sería un problema, pero no veo un problema ético ahí, sino más bien un problema social. Hay especies que viven 300 o 400 años, como algunas tortugas. Por lo tanto no es imposible, manipulando genes que tengan que ver con la longevidad que vivamos más. Yo eso no lo veo mal.

-¿Los avances en genética cómo han cambiado nuestras vidas?

-No ha cambiado demasiado todavía la vida de la especie humana, pero sí de forma tremenda y muy dramática la de otros animales. Lo que sucede es que para aplicar los nuevos conocimientos de biología molecular a la especie humana se requieren controles y está altamente regulado; eso indudablemente supone mayor lentitud. Yo puedo hacer unos descubrimientos en la mosca, buscar una sustancia que hace tal o cual efecto, que pudiera ser beneficioso para las personas, pero hasta que esos conocimientos se trasladan a un paciente puede tardar muchísimo tiempo porque hay regulaciones y controles necesarios porque no se pueden hacer experimentos con las personas.

-¿Y cambiará mucho en el futuro la vida de las personas?

-Bueno, ya la ha cambiado. La mayor parte de los diabéticos hoy en día toman una insulina hecha por ingeniería genética. Antes había que extraer de animales como cerdos o caballos. Hoy se manufactura por bacterias o por levaduras. Ya lleva varias décadas. Es un ejemplo de una utilidad práctica de la ingeniería genética.

-Habla de la mosca ¿No me diga que nos parecemos a las moscas? Genéticamente, digo...

-A primera instancia, no mucho... El asunto es que las moscas, los humanos, los ratones y todos los animales vivos tienen un altísimo grado de similitud genética. Con la mosca, los humanos estamos como en el 65%; con los chimpancés, al noventa y tanto por ciento. Lo que sucede es que todos los animales que existen en el planeta, su tronco, apareció hace unos 540 millones de años sobre una especie de plan general que es común para todos. Ese plan general estaba diseñado por unos genes que son los que todos tenemos y hacen que tengamos una parte anterior, posterior; izquierda, derecha... Y los genes que hacen eso son los mismos en los gusanos, en las personas, en las moscas o los ratones... Es una cosa que se inventó hace 540 millones de años y ahí sigue. La evolución inventa muy poco desde hace 540 millones de años. No ha aparecido nada esencialmente nuevo, excepto que apareció la especie humana, no como una especie biológicamente nueva, diferente de las demás, que no lo somos, porque somos muy parecidos a otros primates; pero sí una cosa particular nuestra, que es la capacidad de pensamiento abstracto y de inmaginación, la posibilidad de crear mundos virtuales. Eso hace que seamos una especie única.

-¿Cómo está la inversión en investigación en España?

-Es un desastre, por decirlo claramente. Ha habido una reducción del 30% aproximadamente. Esto ha tenido un efecto negativo en la comunidad cientifica española. La situación es penosa y no parece que vaya a haber un remedio en un futuro próximo.

-¿Recuperar a los que se fueron es complicado?

-Yo conozco a muchos que quisieran volver. Están bien instalados en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, pero no ha habido posibilidad de recuperarlos por la falta de un programa de inserción de estos científicos. Se formaron con inversión española y su rendimiento, porque están ahora en mediana edad, están dándolo a Estados Unidos, Inglaterra o Alemania. Y nosotros los hemos formado... Estamos promocionando la ciencia americana con dinero español.

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