El Prisma

La primera medida

  • Rodeados de política por todos lados, parece necesario abrir y cerrar de una vez por todas el debate sobre el salario de los cargos públicos. Sin demagogia barata pero sin los excesos de cada legislatura

HACE unos días, se quejaba en privado un alcalde de lo indigno de los sueldos de algunos políticos. "Trabajo las 24 horas del día, tengo preocupaciones constantes, la presión continua de los vecinos y la oposición, ningún prestigio social por los escándalos urbanísticos de otros colegas, muchos técnicos municipales cobran más que yo con mucha menos responsabilidad y mi nómina no se acerca en absoluto a lo que ganaba con mi profesión". El salario de ese regidor ronda los 3.600 euros netos al mes, por lo que puede llorar con un ojo, pero en su dolida reflexión hay argumentos razonables y la misma pregunta de siempre: ¿Es la política una profesión o un hobby? ¿Es posible que los mejores profesionales se atrevan a dar el salto a un campo de batalla en el que los mediocres tienen las de ganar, en el que cuenta más la capacidad siciliana de dar puñaladas traperas que los méritos personales, académicos o laborales del candidato?

Hasta ahora no ha habido forma de que los partidos articulen una tabla salarial para los alcaldes y cargos públicos. La FEMP propuso una en función de la población de la localidad gobernada y nadie le hace el más mínimo caso. Se puede argumentar también que la población o el presupuesto no son directamente proporcionales a la responsabilidad, y que el regidor de un municipio con muy poca población pero mucho suelo urbanizable puede hacer muchos más destrozos que el de otro pueblo bastante más grande.

También se planteó que los cargos públicos deberían cobrar ni más ni menos que lo que ganaban en sus profesiones, pero claro, hay tanto político de profesión parado y sin estudios que a nadie le pareció bien, porque con 800 euros al mes no se gana ni para trajes y queda un poco feo seguir viviendo en casa de tus padres a esta edad.

Al final se ha dejado que el mercado regule el asunto, con el consiguiente despiporre en sueldos, coches oficiales, dietas y demás capítulos de gastos, en lugar de afrontar el problema con seriedad y sin demagogia. ¿Merecen ganar un sueldo digno los cargos públicos? Sin duda. ¿Pero tiene que ser ese salario su principal motivación para perpetuarse en el cargo, un puente dorado hacia la jubilación? En absoluto.

El caso es que no es hasta después de cada proceso electoral cuando se decide aumentar las nóminas de ediles, consejeros, parlamentarios autonómicos o diputados. Y apuesten sobre seguro a que una de las primeras medidas que toman las nuevas Cámaras por unanimidad -a las minorías les suele quedar muy bien eso de oponerse, aunque después no renuncien a la subida- es la de subirse los sueldos, como ya ocurrió con algunos alcaldes a mediados de junio pasado. Y tendremos la gresca y la vergüenza de siempre.

ADIVINANZA

¿Qué horrorizado cargo público malagueño ha descubierto estos días que su chófer (ahora ex chófer) estaba imputado por narcotráfico? Se enteró cuando le pidió unos días libres para resolver "un asuntillo judicial".

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