Discapacidad

A dos ruedas

  • Si es responsabilidad de todos impedir que se mantengan conductas irresponsables, también lo es no permitir que se mantengan en las carreteras los obstáculos que poco a poco seccionan vidas

LO ves en la cara de cualquiera que te pregunte sobre lo que te pasó. La mayoría de nosotros solemos hacer bromas al respecto, intentando hacer ver que la duda a veces se interpreta como morbo, y que por más años que pasen las conductas de las personas tienden a no variar. Dichosas motos. Es la primera frase que sale de la boca de quien acaba de oír lo que presupone, y que tú trasladas con la mayor de las normalidades. La cara simula cierto grado de resignación que se acompaña con alguna frase de mejora de la autoestima del tipo "si es que… me lo imaginaba".

Aunque me niego a aceptarlo del todo, interpreto que esta habitualidad obedece a la resignación que supone un mal de difícil solución, un qué le vamos a hacer. Quizás también supone asentir culpando a quien quizás no tuvo nada que ver, pero que se le presupone cierto grado de irresponsabilidad, como aceptando que jugabas con fuego y que tarde o temprano tendrías que pagar para toda tu vida por la temeridad de desobedecer las normas.

Es la opinión generalizada de la sociedad en la que vivimos, donde estamos acostumbrados a percibir barbaridades sobre dos ruedas, excentricidades de muchos jóvenes, temeridades de algunos adolescentes y verdaderas locuras de quienes creen que se van a comer el mundo porque albergan entre las piernas algo que no son capaces de controlar del todo, aunque todos pensemos que sí.

Será por ello que la asunción de cualquier accidente de moto es culpa de quien la maneja, con mayor o menor destreza, pero siempre no es así, no siempre. Este fin de semana volvemos a leer en la prensa el fallecimiento de un motorista en la carretera, literalmente reventado contra un guardarraíl, con lesiones en las cervicales y en la tráquea, que si bien no terminó con su vida de forma inmediata le provocó lesiones de tal calibre que impidieron mantenerlo con vida.

Y esto es algo que estamos acostumbrados a ver, a oír sin la mayor repulsa, sino más bien apartando la mirada por entender que no tiene solución, y no es así. Cada año, cientos de motoristas fallecen o sufren una discapacidad sin ser culpables de los accidentes que padecen. La mayoría de ellos con amputaciones, otros con lesiones traumáticas que generan paraplejia o tetraplejias, y muchas veces sin tener mas culpa que intentar disfrutar de una afición que compartimos casi todos.

Se han estudiado y desarrollado ya, mil y unas posibilidades de mejorar los elementos de protección que se incorporan en el vestuario de los motoristas, sin embargo, aún nos queda por desarrollar una modificación urgente de cientos de miles de kilómetros de carreteras que están en un estado pésimo, pero quizás lo más lamentable de todo esto es que a día de hoy, se siguen incorporando guardarraíles que se convierten en verdaderas hojas de sierra sobre los extremos de las carreteras. Quizás muchos de los que se suben a una moto no tienen ni idea de lo que tienen entre manos y es probable que no se debería permitir que lo hicieran, así como también deberíamos sentar en el banquillo a todos aquellos que no saben jugar en equipo.

Pero si es responsabilidad de todos impedir que se mantengan conductas irresponsables, también lo es no permitir que se mantengan estos obstáculos que poco a poco seccionan vidas.

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