Málaga ayer y hoy

La familia flamenca que bautizó a un barrio

  • Camino de Suárez A principios de la centuria pasada era una zona caracterizada por las tradicionales casasmatas y que décadas después fueron dando paso a una poblada barriada

El llamado Camino de Suárez conducía desde el barrio de la Trinidad hasta la hacienda rural propiedad de esta familia, ubicada en la parte alta del arroyo del Cuarto, que poseía una cantera de yeso y presentaba un relieve muy accidentado que hizo que fuera dedicada a la crianza de ganado. El nombre de Suárez es una castellanización del apellido de origen flamenco Swertts y la aplicación a esta zona procede de principios del siglo XVIII, cuando Juan Swertts, rico comerciante y regidor del Ayuntamiento de Málaga, adquirió la antigua finca del Tejarejo, conocida desde entonces por su apellido ya castellanizado.

A principios del siglo XX, el Camino de Suárez empezó a quedar flanqueado por núcleos de casamatas y por algunas fincas de recreo que convivían con los restos de la tradicional actividad alfarera del entorno. Este lento crecimiento urbanístico, según el historiador malagueño Víctor Heredia, se vio impulsado en la década de 1920 por "la construcción de proyectos más ambiciosos amparados en la legislación de casas baratas y destinados a atender la demanda de las clases medias y obreras", como la nueva barriada de Victoria Eugenia promovida por la sociedad cooperativa Fomento de la Habitación Popular Malagueña.

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La familia flamenca que bautizó a un barrio

Durante la segunda mitad del siglo XX, mientras que el propio Camino de Suárez fue urbanizándose y poblándose con edificios altos, en los terrenos de la antigua hacienda se fue consolidando un núcleo de autoconstrucción que ocupó el suelo de forma desordenada y que fue habitado por familias procedentes del medio rural. El crecimiento desordenado aparejaba la carencia de servicios, que fueron suplidos después de que el núcleo se consolidara. Por ejemplo, la traída de agua a la Granja de Suárez no se realizó hasta 1952.

La construcción en la zona hacia 1940 de la fábrica de ladrillos de la Sociedad Anónima de Ladrillos y Tejas (Salyt), que mantuvo su actividad durante unos 70 años hasta en 2011 cerró definitivamente, ayudó a configurar el entorno. Progresivamente, el paisaje urbano de esta parte de la ciudad cambió sustancialmente, y de ser una apacible zona de viviendas unifamiliares se convirtió en un abigarrado núcleo de altos edificios con una elevada densificación de habitantes. El cambio definitivo se produjo con la construcción de la avenida Valle-Inclán como vía de ronda entre Ciudad Jardín y el Camino de Antequera, lo que mejoró las comunicaciones y terminó con el tradicional aislamiento de estas barriadas, ahora bien conectadas con el resto de la ciudad.

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