igualdad La difícil lucha por la integración

La superación de Susi y Pepe

  • Una pareja con parálisis cerebral cuenta sus vivencias, reflexiones y reivindicaciones · Ella se ha quedado en paro y él sí trabaja · Piden salarios dignos para los minusválidos y que la política social se despolitice

Susi está ahora en paro. Quiere perder kilos, hacer deporte y conseguir un empleo. Pepe, su pareja, trabaja y hace natación. Viven juntos en una casa de alquiler y son felices. Son una pareja como cualquier otra. Pero también son diferentes. Por dos razones. La primera, que ambos padecen parálisis cerebral. La segunda, que tienen una química que ya quisieran muchas parejas. Cuando se les pregunta por cómo va la relación después de 13 años, se miran con complicidad y ternura.

-Le pego poco, bromea José Ruiz (45 años).

-Tenemos mucha química, asegura Susana Ruiz (40 años).

-Nos llevamos más que bien, confirma luego él.

Su historia es un ejemplo de superación y de amor. De superación, porque ambos han luchado mucho por su integración laboral. Pese a su discapacidad -que le afecta el habla y una mano-, Pepe empezó a trabajar poco después de los 20 años. Incluso mantenía a su madre y sus hermanas cuando vivía con ellas. Ahora trabaja en la Asociación de Atención a las Personas con Parálisis Cerebral de Málaga (Amappace). Susi está en estos momentos en paro, pero ha tenido distintos empleos como auxiliar administrativa.

Nada más empezar la entrevista, Pepe saca a relucir su sentido del humor. "Bueno, pero esto se cobra...", dice antes de contestar a preguntas ante las que ambos desnudan su mundo, sus reflexiones y sus sentimientos. Hablan por ellos, pero hablan por muchos discapacitados. Pepe arremete contra las políticas sociales "paternalistas" y reivindica el auténtico desarrollo de la persona con discapacidad. Por ejemplo, se pregunta si basta con que Susana "con 40 años, una familia y una casa esté trabajando y se relacione con gente aunque gane una mierda". Y contesta: "Pues no, señores políticos. La persona se desarrolla cuando está trabajando y está bien pagá". Las palabras le salen algo confusas por la parálisis cerebral que padece, pero las ideas le brotan clarísimas.

Ahora Susana está en paro. Pero ha tenido distintos trabajos. Algunos, a través de centros especiales de empleo, que buscan la inserción laboral de personas con discapacidad. "Las tablas salariales de esos centros salariales de empleo son un cachondeo", comenta Pepe, en alusión a la escasa cuantía de la remuneración. Susana acota que una buena retribución es "calidad de vida".

Pepe y Susi alquilan una casa con derecho a compra del Instituto Municipal de la Vivienda. Viven solos, independientes de sus familias, desde hace unos nueve años. No tienen hijos ni piensan tenerlos. No están casados porque si formalizaran su relación ella perdería su pensión. Pepe confiesa que le gustaría tener la opción de casarse sin que por ello se penalizara económicamente a su pareja. "Pero la política social está mal hecha", opina Susi.

Ambos se explayan en las dificultades de los discapacitados para insertarse en el mercado laboral. Cuentan, por ejemplo, que muchas empresas no quieren a grandes afectados y sí a aquellos que no tienen un grado elevado de minusvalía y en los que no se aprecia discapacidad. Susana asegura: "La minusvalía no te da ventajas porque como sea física y se note, no te cogen". A ella la parálisis cerebral le afecta a la marcha.

Pepe dice, medio en broma, medio en serio que hasta le da morbo que le tengan pena: "Quien quiera, que me conozca. Yo no tengo la culpa de la gilipollez humana". Y a continuación añade: "Al discapacitado hay que meterle caña, no es un niño. Ahora eso sí, el discapacitado si no tiene un poco de mala leche, va de culo". Pepe nada. Dice que le sirve para quemar adrenalina y malos pensamientos. Cuando empezó apenas hacía media piscina. Ahora llega a 16 largos. Susana también va a comenzar a nadar. Se apuntó a una piscina, pero había barreras y tuvo que desistir. Ahora ha encontrado otra adaptada.

La historia de Pepe y Susi es también un ejemplo de amor. Cuenta ella que se conocieron en unas vacaciones, allá por 1997. A ella le llamó la atención que un paralítico cerebral llegara conduciendo su coche. Pero como él se acababa de ligar a una trabajadora social, no pasó nada. Después volvieron a coincidir y se hicieron amigos. Entonces él, que ya había roto con la trabajadora social, empezó a cortejarla. Ella se resistía. Hasta que un día Pepe se ofreció a llevarla a casa. Por el camino dio un frenazo y la besó. Desde entonces, están juntos.

Tras desgranar su historia de amor y superación, ambos insisten en reclamar salarios dignos para los discapacitados y que se despolitice la política social. Después salen al patio interno de Amappace para hacerse la foto. Se sientan en un banco de hormigón. Está gélido.

-El culo se queda helado, admite ella.

-Es el precio de la fama, vuelve a bromear él.

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