Málaga

Un tesoro oculto y en peligro bajo el mar

  • Los fondos marinos de la provincia sufren una grave regresión debido a las amenazas externas como la pesca ilegal, la regeneración de playas y la falta de saneamiento

Un tesoro oculto y en peligro bajo el mar

Un tesoro oculto y en peligro bajo el mar

Son los grandes desconocidos. Como no se ven, pocos saben los tesoros que esconden y, peor aún, son menos los que se preocupan por conservarlos. Las múltiples amenazas, más acentuadas ahora en verano por la afluencia masiva de visitantes en la franja costera, que acechan a los fondos marinos de una zona de enorme riqueza y diversidad como los de Málaga, en pleno corazón del mar de Alborán, han favorecido la regresión de un medio poco protegido y que ha relegado a apenas dos puntos de todo el litoral malagueño a uno de los hábitats considerados la joya de la corona como son las praderas de fanerógamas marinas.

La particularidad, lo que hace únicos a los fondos marinos de esta zona es que es el punto donde se produce la confluencia de aguas del océano Atlántico y del mar Mediterráneo. Esta privilegiada localización conforma varios tipos de hábitats, tanto terrestres como marinos, que determinan la alta diversidad paisajística del entorno y la presencia de un alto número de especies atlánticas, mediterráneas y elementos de afinidad tropical.

Todos tienen cabida en una zona sometida a una enorme presión humana y en donde la pesca ilegal, la continua regeneración de las playas y que provoca una gran turbidez en el agua impidiendo que no entre la luz del sol, y, por supuesto, la falta de saneamiento aún en puntos de la costa.

Pero ya dice el refrán eso de que ojos que no ven, corazón que no siente. "Cuando un bosque se quema se entera todo el mundo, mientras que si se pierde una pradera marina nadie se entera ni parece importar", lamentó el coordinador de actividades de Educación Ambiental del Aula del Mar de Málaga, Juan Jesús Martín, quien achacó a que no se valora lo suficiente este "punto caliente de biodiversidad" donde debido a las corrientes de afloramientos que se producen hay gran abundancia de alimentos para muchas especies que eligen la zona para su reproducción y cría.

Sin embargo, su posición privilegiada no le ha valido para que vaya acompasada con la protección de sus fondos. En la provincia de Málaga hay 307.182 hectáreas protegidas por alguna figura de protección. Cinco monumentos naturales, seis parajes naturales, cinco parques naturales, tres parques periurbanos y cuatro reservas naturales. Pero de todos ellos sólo uno incluye una zona de ámbito marino, el paraje natural acantilados de Maro-Cerro Gordo, situado entre las provincias de Málaga y Granada, y que apenas representa el 0,58% del total del espacio protegido de la provincia.

Con una superficie de 1.485 hectáreas de franja marítima que se adentra en el mar hasta una milla náutica, es también uno de los pocos espacios de ámbito marino incluidos en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, aunque en 2003 también fue declarado Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (Zepim).

El ambiente submarino de este espacio es de alto interés debido a la combinación de diferentes tipos de sustratos, en los que se alternan fondos rocosos en forma de grandes bloques o paredes, y fondos blandos. Y dentro de estos la presencia de praderas, en las que están presentes tres de las cuatro especies de fanerógamas marinas que existen en Andalucía y que otorgan singularidad biogeográfica a esta zona del litoral, son las que la hacen un espacio casi único.

Según el científico titular y especialista en hábitats y biodiversidad bentónica del Centro Oceanográfico de Málaga, José Luis Rueda, estas praderas de fanerógamas conforman importantes hábitats marinos con alta biodiversidad en especies faunísticas y florísticas que han sufrido una fuerte regresión dentro del propio paraje en la última década debido a la transgresión de las normas que protegen a este espacio.

Por ejemplo, hay barcos de arrastre que llegan a faenar de forma ilegal a tan sólo diez metros de profundidad, cuando la norma exige un mínimo de 50, dentro del espacio protegido y que se ha convertido en la causa principal de la degradación de sus fondos y de la pérdida de gran parte de sus praderas de fanerógamas marinas. También, según varios artículos científicos publicados por este experto, la pesca deportiva, totalmente prohibida es común, mientras que las actividades turístico-recreativa representan otro de los grandes impactos que soporta el paraje sobre todo en verano cuando la afluencia de visitantes aumenta al igual que las actividades no autorizadas y perjudiciales para el entorno marino como la acampada libre, el tránsito y el fondeo de embarcaciones a motor o el buceo con escafandra autónoma.

Otro de los graves problemas es que el incremento de población en la época estival provoca un aumento de los residuos sólidos urbanos y, lo que es peor, de las aguas residuales que son vertidas directamente al mar desde las poblaciones colindantes, lo que "terminará afectando a la estabilidad de algunos de los hábitats más sensibles a la calidad del agua costera como las praderas", según Rueda.

Se tiene constancia de, al menos dos casos en los que se perdió una importante parte. Una, entre 2004 y 2005 cuando la biomasa foliar de la pradera de Zostera marina situada frente a la playa del Cañuelo disminuyó en un 85% debido a la pesca de arrastre ilegal, y otra cuando la pradera de Posidonia oceánica situada frente al río de la Miel se vio seriamente afectada por las fuertes lluvia torrenciales de finales de verano de 2007 y que arrastraron gran cantidad de tierra acumulada durante las obras de la autovía del Mediterráneo.

En el caso de la zona occidental. La situación es aún insostenible ya que salvo alguna que otra parcela prácticamente toda la franja costera está ocupada por complejos urbanos. La paradoja es que en el mismo tramo litoral se concentra también una gran biodiversidad marina, que incluye desde especies en peligro de extinción como la lapa ferruginea hasta las praderas más occidentales de Posidonia.

La regresión de las praderas en esta zona es aún más palpable y el futuro que se abre ante ellas nada alentador. Solamente unos seis kilómetros de longitud y entre 10 y 50 metros de profundidad entre Calaburras y Calahonda están protegidos bajo la figura de Zona de Especial Conservación (ZEC) gracias a la tenacidad, entre otros, del catedrático y responsable del departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, Enrique García, que advirtió que los hábitats litorales "son más vulnerables porque tienen mucha presión y no se ve el daño que se hace en ellos".

Más de 300 tipos de moluscos, 108 de decápodos y 27 de equinodermos son sólo algunos ejemplos de la riqueza faunística de esta zona del litoral occidental protegida que se encuentra amenazada por el desarrollo imparable del litoral y que le valieron la consideración de ser conservada. Pero García reconoció que la protección marina es "difícil porque la gestión resulta complicada y hace falta control". En su opinión, "si hubiera una gestión razonable no ocurriría esto porque debemos ser conscientes de que puede haber zonas en las que no se puede crecer más".

Salvo esos dos espacios, en el resto del litoral malagueño la protección llegaría tarde porque ya queda poco que conservar. La salud de gran parte de los fondos marinos de la provincia está bastante deteriorada. La presión a la que se han visto sometidos durante décadas les ha hecho un daño irreparable que los han puesto al límite de su frágil supervivencia.

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