ATLÉTICO MALAGUEÑO | UNIÓN ADARVE

El Malagueño ya tiene su Dortmund

  • El filial pasa de remontada épica a verse despojado del ascenso en un descuento cruel con autogol de Luis Muñoz

Mula se marcha de un jugador del Adarve que intenta agarrarle.

Mula se marcha de un jugador del Adarve que intenta agarrarle. / javier albiñana

Un mazazo. Una torta con la mano abierta directa al pómulo. Cruel, sin avisar, que te deja desorientado. Sin consuelo. Roto. Así fue el descuento del Atlético Malagueño-Unión Adarve para los jugadores blanquiazules. Un encuentro en el que los pupilos de Manel Ruano dieron todo lo que tenían dentro, resucitaron tras tocar fondo y llegaron a alcanzar el ascenso con la punta de sus dedos. Lo tenían, lo habían logrado, pero de repente, en un espejismo dortmuniano, el fútbol dio la espalda de nuevo a Málaga, a su club, arrebatándole su plaza en Segunda B con un gol en propia meta del jugador que mejor refleja al equipo y su sacrificio, Luis Muñoz.

Ayer no se vio una tarde de fútbol en La Federación, el Unión Adarve decidió jugar al infrafútbol. Reducir el deporte rey a su mínima expresión, un balón que volaba de aquí para allá sin rumbo, desolado. El equipo madrileño traía bajo la manga un extenso repertorio de artimañas para que se jugara lo mínimo posible al fútbol. Patadas a destiempo, agarrones, lentitud en cada saque, simulaciones, calambres y un largo etcétera. Eran sus armas, y las usaron a la perfección bajo la connivencia del colegiado valenciano.

Sólo un golpe de mala suerte podía dar el ascenso al Adarve, que ofreció muy poco fútbol

Pese a ello, el Atlético Malagueño logró adelantarse en el primer tiempo con un gol de Kuki, que agarraba el esférico en el área y resolvía con precisión. Era el segundo disparo a puerta de los blanquiazules -los dos de Zalazar-. Con ese resultado se llegó al descanso, dejando paso a un segundo acto catalogado de locura.

El equipo madrileño seguía con las suyas, más parones, menos fútbol. El árbitro, lejos de frenar la tropelía, señaló un dudoso penalti de Harper que Álvaro Sánchez transformó para hacer más épica la remontada malaguista. Entre Kuki, Luis Muñoz y Wojcik protagonizaron tres goles en poco más de diez minutos que daban momentáneamente el ascenso a los malagueños. Era merecido, y se había conseguido con fútbol -y un Javi Jiménez importantísimo en los tres goles-.

El ascenso estaba en sus manos. Lo habían logrado, se habían caído, por dos veces, y se habían levantado como el ave fénix para conseguir lo que era suyo. A base de tesón, esfuerzo y calidad, lograban los cuatro goles que les otorgaban el paso adelante en las carreras de muchos de los jóvenes que había sobre el césped. Pero el fútbol tenía preparado un golpe sucio y doloroso para los chicos de Manel Ruano.

Corría el minuto 94, con siete de añadido, cuando algo salió mal. Luis, extenuado tras un partido soberbio, no alcanzaba a despejar un balón, despistando a Aarón y dando el 4-2 a los madrileños, y con él, el ascenso. Dortmund volvía para recordar lo injusto que a veces es el fútbol.

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