Toda la temporada es hoy. Para algunos, incluso, será el partido más importante de su vida. El filial tiene ante sí la oportunidad de coronar un gran año con el ascenso a Segunda B, el que se resiste después de tantos intentos baldíos, algunos de ellos en la orilla. No pudo ser por la vía rápida, hoy puede llegar por la del milagro. No por tener que remontar el 2-0 de la ida, sino por las continuas pruebas que ha tenido que soportar el conjunto de Manel Ruano para llegar vivo a los últimos 90 minutos de la temporada.

Después de un curso muy dominante en el grupo 9 de Tercera, la fase de ascenso ha traído todos los altibajos posibles: acariciar el ascenso en el primer partido, la remontada con goleada y expulsiones en Segovia, el inesperado final en Madrid el pasado fin de semana... una montaña rusa que el entrenador blanquiazul espera sellar con la pizca de suerte que ha faltado en estos partidos en el campo de la Federación.

El equipo suma 20 de 21 triunfos en casa y 13 de ellos le darían la clasificación El equipo madrileño llegó ayer y se quejó de no poder probar el césped de la Federación

De nuevo la respuesta de los abonados blanquiazules en las taquillas fue formidable. Apoyo desde las gradas no faltarán, tampoco argumentos ofensivos. Y el campo es talismán, por más que algunos demandaran el uso de La Rosaleda para intimidar al bisoño equipo madrileño. Porque de los 21 partidos que ha disputado este año como local en 20 consiguió la victoria y únicamente se escapó un empate. Es más, en 13 de esos triunfos lo hizo por resultados que le darían el salto a la categoría de bronce.

La preocupación de Ruano, de hecho, no está en el apartado ofensivo. El entrenador catalán es muy consciente de que hay arsenal de sobra entre los suyos para anotar al menos dos tantos. La cuestión es que tocará ser mucho más férreos en defensa de lo que han sido en los últimos choques. Y, por supuesto, no cometer las desatenciones, sobre todo a balón parado, que costaron tan caro en el tramo final del encuentro de ida.

El Unión Adarve, muy ilusionado, llegó ayer a Málaga dispuesto a hacer valer la renta de la ida. Los madrileños se quejaron de no poder pisar el césped de la federación, que es natural, para ir aclimatándose, si bien tampoco lo hizo el equipo de Ruano porque el terreno de juego estaba siendo cuidado al máximo para que esta tarde se encuentre al cien por cien.