Liga Santander

Cloroformo para todos (0-1)

  • El Atlético se adelantó a los 39 segundos por mediación de Griezmann

  • El Málaga sigue sin ganar y sin encontrar el gol

  • José apela a la fortuna mientras se hunde en la clasificación

Roberto Rosales, con un gesto de impotencia en La Rosaleda.

Roberto Rosales, con un gesto de impotencia en La Rosaleda. / Marilú Báez

Simeone debutó en La Rosaleda el 7 de enero de 2012. Heredó un Atlético de Madrid mediocre y lo transformó en una máquina de competir. Ganó títulos, jugó finales. Todo basado en el compromiso, en lo táctico, en la paciencia y en la ausencia absoluta de complejos. Aquel primer partido, conviene recordar, terminó con 0-0. No fue una casualidad. Es su modo de vida, llevar los partidos hasta el hastío, conducir a los rivales a una falsa sensación de seguridad y hasta de dominio. El argentino ha hecho del aburrimiento virtud. Y encima te deja con un sabor de boca de haber estado en el partido, de haber tenido el empate o el triunfo en tu mano. Puro ilusionismo.

Si Simeone le pone cloroformo a los partidos, el Málaga se echa un par de tazas. El equipo está anestesiado. A pocos futbolistas se les ve dejarse las vísceras en el césped. Continúan viviendo en esa fábula de que no están donde merecen, que no son tan malos, que no parece un colista. Ese argumento ya lo ha comprado hasta José González, cuyo discurso se sostiene en unos cimientos blanditos.

A pocos futbolistas se les ve dejarse las vísceras en el césped, viven una fábula

El anestésico poder del cloroformo también se ha apoderado de las gradas. Es un líquido incoloro y de olor agradable, pero si te expones a él mucho tiempo, te puede salir caro. Así está la gente, a la que ya apenas si le dan arrebatos de ira (algún cántico contra el presidente, algún improperio contra el árbitro, algún pito). Va adormeciéndose, aceptando el indefectible destino. Pocas heridas más graves que las que provoca el desdén...

El panorama es desolador. Porque ese estado zombie de querer aparentar vida cuando se está más cerca de las malvas no cuela ya. No hay impostor lo bastante hábil para seguir convenciendo 23 jornadas más tarde. No hay voces, no hay sangre en los ojos, no hay nada. Sólo En-Nesyri se puso pinturas de guerra ante el Atlético de Madrid. El marroquí, un futbolista que todavía no sabe lo que es ser deportista de élite y que tiene mil carencias que pulir, se dejó la piel en cada acción del encuentro mientras otros deambularon por el césped.

Quieren vender la moto de la mala fortuna por encajar un gol a los 39 segundos, pero no se cuenta todo lo que sucedió para que llegase. Primero, el Málaga permitió al contrario chutar en una posición francamente buena, a pesar de la distancia, a los 30 segundos. En el rechace, dos hombres rompieron el fuera de juego. Uno de ellos, además de estar lento en una acción que debería dominar al dedillo, dejó que Griezmann fuese al rescate del balón y se plantase delante del portero a escasos metros de la red. Ahora, que lo disfracen de mala suerte, argumento de perdedores.

Sostiene José que jugando así van a ganar más partidos de los que se van a perder, una sentencia que podría haber firmado el mismo Míchel. Desvestir la realidad para convertirla en lo que no es, no sirve a estas alturas. Tampoco escapar de las responsabilidades actuales añadiendo que lleva cuatro partidos, que él no estaba desde la "jornada uno". Y eso último es rigurosamente cierto, como también lo es que jamás habría llegado al banquillo de un Málaga de Primera División en un primera jornada liguera. Está en el puesto porque la situación es de crisis y se le escogió para dar con la cura. De momento, lo único que ha conseguido son dos puntos de 12. Así empezó Gato Romero.

En el análisis faltan datos. Porque la mejor ocasión de la primera mitad nació de una falta lateral botada por Rosales que Ideye cabeceó fuera estando solo. Y la única parada de mérito de Oblak en todo el encuentro fue por una falta lejana que también ejecutó Rosales. El meta rojiblanco la sacó de un arañazo de la misma escuadra. La apuesta de este es jugar juntitos, minimizar daños y ver qué cae. Todo correcto porque no está para mucho más. Sin embargo, si te hace un gol a los 39 segundos un Atlético de Madrid, se necesitan planes de emergencia.

Porque entraba dentro de lo posible que un conjunto como el de Simeone se pusiese por delante. De hecho, raro es el rival que no se pone por delante del Málaga en esta temporada. No obstante, parece un canto a la improvisación ver a los blanquiazules jugar con una especie de 4-2-4, con el desfondado Lacen debutando de urgencia ante una posible expulsión de Iturra y Diego Rolan derramándose por el césped en sus primeros minutos de juego desde Vitoria (21 de diciembre de 2017).

El Málaga parece ya fuera de la pelea de la permanencia, mientras ve a conjuntos como el Alavés escapando a todo gas de la zona de fuego. 25 puntos ya para los de Abelardo, que prueba que los problemas, cuanto antes se corten, mejor. En Martiricos, en cambio, entre unos y otros se han ido pasando el pañuelo con cloroformo. Y así les va.

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