Balaídos fue el campo que vio el nuevo Málaga de 2017. Un Málaga que estrena figura en los banquillos, ya que Juande dimitió un par de semanas atrás. El Gato Romero, conocido por su labor como jugador y últimamente como segundo de Gracia y Juande, toma los poderes de un equipo cuya asignatura principal está en conseguir mejorar el aspecto defensivo del equipo y el juego, que en cierto modo fue uno de los reclamos de la afición al anterior técnico.

El uruguayo apostó por un sistema 1-4-2-3-1 donde figuraba Kameni en su vuelta a la titularidad, Torres ejerciendo funciones de central y Michael Santos jugando por primera vez en la temporada pegado a la banda derecha. En la salida el equipo estuvo bien plantado, con el Chory como jugador referente en situaciones ofensivas. Sin embargo, el Celta castigó rápido: una pérdida de Santos se convirtió en una transición letal que definió a las mil maravillas Aspas. Duro contrapié al que le siguió la lesión de Miguel Torres, aquejado de un pinchazo muscular. Tras el gol, el Málaga quedó tocado y le costó volver a entrar en el partido. Sandro, muy activo, dispuso de alguna ocasión para el empate, sin embargo fue Mikel el que estuvo cerca de marcar de cabeza.

Tras el descanso, el Málaga comenzó bien llevando peligro a la portería mediante la dupla Santos-Sandro. Pero el Celta encontró el gol en el minuto 60. Llorente estuvo torpe con el balón atrás y Aspas provocó rápido una situación de centro-remate que sentenció al Málaga. El Celta ya tenía el partido en el bolsillo, incluso consiguió un tercer gol en situación a balón parado.

El tramo final solo valió para demostrar orgullo malaguista con Santos en un remate al palo y el autogol de Wass en un buen centro chut de Sandro. De momento, mismas sensaciones que con Juande, mucho trabajo por delante tiene Romero y quizás la secretaria técnica.