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Sin armas que probar

  • El Málaga de Míchel ha sido incapaz de deshacerse de esa dinámica tan negativa que le ha costado el puesto al técnico

  • La falta alarmante de gol y los errores a balón parado, condena a un equipo sin autoestima

Si el cambio de rumbo del equipo no se produce en el campo ni tampoco por nombres parece que los fichajes serán de primera línea, la dirección deportiva del Málaga ha pensado que el relevo debe producirse ya en el banquillo. Diría que los cambios de entrenador a la larga se han demostrado que no mejoran los resultados de un equipo pero tras ver media liga y conseguir sólo 11 puntos es difícil que el equipo empeore en sus resultados.

Soy el primero que apostaba por la continuidad de Míchel hasta hace bien poco, pero seguramente él no cree ya en este equipo y hace falta que llegue un espíritu nuevo, como puede ser José González, que toque la fibra de jugadores hundidos en sus respectivos estados de forma.

El viernes volvimos a ver otro episodio del día de la marmota. En esta ocasión el gol no llegaría al principio del partido el gol, ya que el balón cruzado de Jorge Molina se marcharía a escasos centímetros de la meta defendida por Roberto. El Málaga no generaba situaciones claras de gol, lo intentó en disparos lejanos el Chory y Recio pero no encontraron puerta. Keko sí disparó entre los tres palos pero flojo para inquietar al meta.

Tras el descanso, a pesar de ser un partido tosco y ausente de ocasiones, el Málaga salió más enchufado. Nuevamente Recio, jugador más activos de los naranjas estuvo cerca de anotar, sin embargo, la ocasión más clara la tuvo Ricca que estrelló un cabezazo tras falta lateral en las manos voladoras del meta getafense. El conjunto azulón dio un paso adelante y entró al combate de las transiciones. Y Cala consiguió la estacada que acabaría con un Málaga en la lona, lo consiguió mediante un remate de cabeza tras jugada ensayada. El tramo final del partido valió para ver que el Málaga no es capaz de rascar puntos en situaciones límite. Con más corazón que cabeza apenas inquietó la meta local.

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