REAL MADRID | MÁLAGA

La cicatriz de Zidane

  • La visible marca que luce Romero se la hizo el francés en un golpe involuntario la primera ocasión que se midieron

  • Aquel día el Málaga empató en el Bernabéu y el charrúa lo anuló

Romero persigue a Zidane en su primer enfrentamiento.

Romero persigue a Zidane en su primer enfrentamiento. / EFE

Tres empates es la única renta que ha obtenido el Málaga CF de sus visitas al dentista en Chamartín. El primero de ellos, con Joaquín Peiró, eufórico aquella noche del 8 de septiembre de 2001. "Controlamos el manantial que riega la huerta blanca", llegó a decir tras el encuentro. Fue un 1-1 con muchas aristas y amplificado porque el empate blanquiazul lo firmó Fernando Sanz. Prácticamente con el culo. Y, pese a su pasado blanco tan reciente, lo celebró a lo grande porque en el palco estaba Florentino Pérez, el hombre que había echado a su padre de la presidencia. Fue la primera de las cinco veces que el Gato Romero jugó contra el Real Madrid. En todas ellas estuvo Zidane. Y en todas ellas le tocó marcarlo. Y se llevó un botín particular: una visible cicatriz que no le provoca ningún dolor; al contrario, le recuerda la noche en la que secó al astro francés.

La fama de mediocentro duro del uruguayo no se cimentó precisamente en aquel duelo. Tenía órdenes claras de marcar al crack francés y lo hizo con intensidad y de manera pulcra. Prácticamente no tuvo que hacerle faltas para dejarle en un rendimiento muy pobre y acentuar el debate de si por entonces había merecido la pena invertir 13.000 millones de las antiguas pesetas en él. De hecho, en un aspaviento involuntario cansado de no poder hacer buen fútbol y del marcaje del charrúa, Zidane agitó los brazos y le dejó al Gato un recuerdo para toda la vida.

Aunque aquel examen supuso un gran impulso para la preponderancia del uruguayo en futuras temporadas. Era su primera campaña, uno de sus primeros partidos, pues estaba recién llegado a la plantilla, a la que vino con un rol nada fácil: sustituir a Gonzalo De los Santos. Su compatriota había sido clave en el emergente Málaga de Primera División y el Valencia lo fichó. Con ocho centímetros menos pero buenas dosis de casta, ese fue el primer capítulo de muchos partidos en los que su entrega encadiló a la afición blanquiazul.

Ahora son los dos entrenadores y Romero capaz es de recórdarselo a su colega antes del encuentro, pues siempre ha lucido orgulloso esa marca en la cabeza. Es de los pocos futbolistas de la Liga que puede presumir de haber salido airoso ante Zidane. Eso sí, lo que no cuenta la memoria selectiva del Gato es que en algún que otro partido el galo también le sacó los colores.

Otra cosa bien distinta será lo que ocurra en los banquillos. Será el primer precedente entre dos entrenadores que han llegado de manera parecida al cargo: Zidane fue ayudante de Carlo Ancelotti antes de dar el salto a la responsabilidad plena, como el Gato con Javi Gracia y Juande Ramos. El técnico blanquiazul firmaría lo mismo que ocurrió aquella noche: eclipsar a Zidane. Esta tarde lo tendrá que hacer desde la pizarra.

En una sala de prensa que ahora pisa como entrenador, el charrúa recordó aquella jornada que lo marcó, literalmente, para siempre. "Era mi segundo partido aquí en España y terminamos 1-1 con gol de Fernando Sanz. Era otro momento. Enfrentarme a un grande como ha sido Zidane tanto en lo futbolístico como ahora siendo entrenador es un reto para cualquiera", apuntó el Gato, que hizo referencia precisamente a esa dureza que definía sus duelos con el galo: "Los dos nos dimos por todos lados, pero nunca hubo mala intención. En esa época el juego era un poquito más brusco, pero el talento de Zidane era el que marcaba la diferencia en los campos". Para Romero, ello ya resulta un buen aval para su nueva experiencia en los banquillos: "Son pocos los entrenadores que pueden hablar de haber jugado contra grandes".

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