El Málaga se volvió a encontrar con la victoria, algo importante para reforzar la moral en torno a Marcelo Romero, que no había ganado ningún partido desde su llegada. El conjunto blanquiazul confirmó las buenas sensaciones que transmitió en la jornada pasada y siguió demostrando que este equipo ha ganado en el aspecto defensivo.

Y eso que no empezó muy de cara el encuentro. Tras el tanteo inicial, Lemos volvió a demostrar su capacidad de golpeo a balón parado. El Málaga comenzó a desquiciarse con el árbitro, el rival, el balón... pero poco a poco fue encontrándose apoyado también en el centro-chut de Fornals que se acabó colando en la meta de Varas. Los locales recuperaban rápido y sometían a un ritmo vertiginoso que no fueron capaces de contrarrestar los de Quique Setién. El Málaga llevaba el mando. Keko, el hombre brillante e incansable que partía de la derecha, fue un puñal constante. En una de esas subidas servía en bandeja el partido a Charles para que pusiera el 2-1.

Tras el descanso, poco cambió: Las Palmas no conseguía que los artistas del medio tocaran la misma música y los del Málaga eran puro corazón y orden. Pintaba muy bien para los del Gato, y sólo Varas o el palo privaban de algún gol más. Boateng fue una raya en el agua, ya que fue el único que continuamente transmitía señales de peligro a Kameni.

Sin embargo, tocaba remangarse tras la expulsión. Ello obligó a sacrificar el aspecto ofensivo y luchar por los tres puntos. A base de tesón, intensidad y rigor defensivo, el Málaga volvía a sonreír y Romero conseguiría un respiro de tranquilidad para afrontar el tramo maduro de Liga.