Málaga C.F.

Los padres del descenso

  • El 'Segundazo' lleva la firma de Abdullah Al Thani y sus hijos, Míchel, Arnau, Husillos, José González y los futbolistas

  • El presidente pecó de intervencionismo y de absoluta falta de criterio

Resulta una ingenuidad y hasta casi una imprudencia pensar que el descenso de un equipo a Segunda División lleva una sola firma. No, el Segundazo no es una obra de autor, es un hijo nacido de muchos padres. Con más ADN de unos que de otros. Este reciente descalabro del Málaga nace desde lo más alto de la pirámide y va bajando hasta llenarse de césped, aunque en ese descenso el reparto no tiene por qué ser proporcional. Hay quien es culpable por acción y quien lo es por omisión. Hay quien lo es por incapacidad y quien lo es de un modo más perverso.

El Málaga se va a Segunda porque lo deportivo no funciona. Eso es una obviedad. Eso no quita que los despropósitos que se ven en el verde hayan sido consecuencia de la deriva en la que se ve inmerso el club que preside Abdullah Al Thani. El máximo accionista sigue sin entender algunos de los códigos que maneja la gente de fútbol y sin entender que no se puede dirigir una entidad del tamaño del Málaga a golpe de capricho. En los últimos tiempos su intervencionismo sólo ha generado dudas dentro y fuera de la entidad, provocando más de un cisma o entorpeciendo y hasta rompiendo operaciones que, a priori, podían resultar beneficiosas o adecuadas para los intereses malaguistas.

Al Thani es alguien muy permeable a la hora de dejarse aconsejar, cuestión que ha llevado al club (huérfano de cargos con mando en plaza en las últimas fechas) a ciertas situaciones de conflictos de intereses o de indefinición de roles en la cadena de mando. Una estructura anárquica en la cúspide en la que tampoco ha encontrado buenos aliados, empezando por sus hijos. Cargos remunerados pero que, por mucho que quieran, no están cualificados para intervenir en situaciones de dirección y gerencia.

Eso por no destacar más concretamente las numerosas injerencias en el plano deportivo. Más allá del fichaje de Rolón, la renovación fallida de Fornals o la espantada de algunos jugadores casi cerrados llevan su marca.

Pero no puede servir Al Thani de paraguas de todo lo malo sucedido, especialmente, en el último año. Al margen de las maniobras del sheikh, Francesc Arnau y Míchel no supieron confeccionar una plantilla de garantías ni encontrar soluciones en el mercado a salidas importantes. Al Thani (y agregados), Arnau, Míchel... demasiadas manos, demasiados intereses. Y entra aquí el madrileño porque lo peor de su paso por el Málaga no estuvo en el banquillo sino en todo lo que movió fuera del mismo. Visto bueno a operaciones de futbolistas que al poco no le servían, forzar al club a desprenderse de ciertas piezas que podían ser medianamente útiles, filtraciones interesadas, fichajes tramados junto a gente de su confianza...

Una especie de Juego de Tronos blanquiazul, con algún enfrentamiento feo en público con el propio Al Thani. Ahí falló muchísimo Arnau también, en mitad de fuegos cruzados que terminaron por quemarle. Su relación con Al Thani se deterioró y acabó pagándolo finalmente con el despido. Algunas de sus apuestas deportivas (casi todas contaban con el ok del entrenador) resultaron un fiasco, especialmente los fichajes del delantero estrella, Borja Bastón, y del sustituto de Pablo Fornals (Cecchini).

A primeros de octubre llegó Mario Husillos al cargo. No lo tenía muy difícil para mejorar lo hecho en verano. Pero se metió en la trinchera de Míchel, al que aguantó lo inaguantable. Porque los resultados no llegaban y el vestuario era cada vez más ingobernable. Sin futbolistas capaces de controlar ciertas situaciones y con Míchel mirando hacia otro lado. Se usó como demostración de fuerza el escarmiento público a Ontiveros, pero no fue ni ha sido el único jugador que podría haber recibido su correspondiente castigo por situaciones similares. La plantilla, aunque públicamente dijese lo contrario, no estaba al cien por cien con Míchel. Pero nadie se atrevió a afear en público al entonces entrenador.

Husillos debió despedir mucho antes a Míchel. Siendo muy generosos, Vitoria era el límite máximo. Pero no, le aguantó sosteniendo que con otras herramientas podría ser revulsivo de su propia ruina. El mercado invernal resultó un chasco primero y un desastre después, a rendimiento pasado. Un mercado cuantitativo cuando el problema del Málaga era cualitativo. Y para colmo de males, lo mejor que supo encontrar para suplir a Míchel fue José González. El gaditano buscó una terapia de choque a la vieja usanza. Sin el amparo de los primeros resultados, pronto se vio que no había cimientos, que detrás de su plan sólo había indefensión aprendida. Además, su limitado verbo no acompañó, al contrario, le fue restando cada vez más y más credibilidad. En lugar de pagar todo esto con su cargo (como el anterior), tanto Al Thani como Husillos dejaron desangrarse al equipo, con un entrenador incapaz de mejorar a los futbolistas.

Y los últimos, los componentes de la plantilla, no son los menos culpables. Todos (con una o dos excepciones a lo sumo) han estado por debajo del rendimiento mínimo exigible. Algo que no sólo afecta a lo meramente deportivo. El Málaga, cuyo único patrimonio es lo que tiene en el césped, tiene ahora a jugadores con sueldos sobredimensionados y con un valor de mercado muy inferior al de llegada.

No es necesario que un vestuario haya mal rollo para que no exista feeling. Y no lo hay entre muchos jugadores, incluidos los capitanes, que nunca han remado juntos y al unísono. La mayoría se divide en subgrupos, convirtiendo la caseta en un reino de taifas desde el que es casi imposible salir de una crisis galopante como la que se ha vivido durante este curso. Hacer la guerra cada uno por su cuenta y mirar por los intereses personales por encima de los generales, uno de los grandes males de este Málaga.

Eso no es algo que haya sucedido sólo en el vestuario, es casi un patrón de comportamiento en todos los escalafones de la entidad. Por eso se llega al descenso, que se ha dado este año como podía haberse dado en 2014 o la temporada pasada. Y ojalá se aprenda de tantos errores...

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