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No hay perdón que valga

  • El Málaga pierde con el Real Madrid y podría descender el jueves en el campo del Levante

  • La Rosaleda volvió a cantar contra el jeque Al Thani

Isco Alarcón, en el momento en el que ejecuta la falta que posteriormente se convirtió en el 0-1.

Isco Alarcón, en el momento en el que ejecuta la falta que posteriormente se convirtió en el 0-1. / fotografías: marilú báez y EFE

Roberto hrosales lm. Torres l

Miquel l

Iván Rguez., 71' H

Ricca l

Chory H

Iturra H

Lacen l

Bueno, 53' l

Rolan l

Adrián H

Ideye l

Lestienne, 78' H

Keylor H

Carvajal H

Vallejo H

Ramos H

Theo H

Casemiro HH

Kovacic HH

Isco HH

B. Mayoral, 72' H

L. Vázquez H

Benzema HH

Asensio H

Ceballos, 66' H

Hay mil maneras de pedir perdón, pero detrás de una petición de excusa, hay que indagar en las motivaciones. Primero, si no es sincero, no sirve. Si es una impostura, es casi un insulto. Está quien lo hace sin que se le pida y está quien no lo hace por puro orgullo. Otros son incapaces de pedir perdón porque ni siquiera son conscientes de que han hecho algo mal o o porque viven en tal burbuja en la que eso es casi asumir una debilidad que jamás entenderán como propia. Se podría filosofar sobre el perdón durante horas. Sobre esa regla no escrita heredada del arraigo cristiano que obliga al receptor a encajar cualquier afrenta porque el ejecutor se arrepintió. Pues si todo se mete en una coctelera blanquiazul, cabe.

En el Málaga cabe todo. Una afición que se entrega sorprendentemente a un jugador rival durante el partido y al que haces cómplice de un extraño cachondeíto para que te meta el gol que te termina de mandar a Segunda (a falta de un formalismo que llegará el jueves ante el Levante o unos días más tarde). Por mucho que ese futbolista se llame Isco Alarcón, es casi clientelar aceptar que él es el capo y puede venir con alfombra roja cuando quiera. Y ojo que esto no cuestiona el lógico cariño que el propio futbolista se ha ganado dentro y fuera del campo desde que un buen día cogió el petate de Valencia y se enroló en la loca aventura del pujante primer Málaga de Al Thani.

Entregarse así a un contrario no habla bien del entorno. Se entiende el hastío y la entrega de cuchara, pero todo tiene un límite. Recibir y despedir con aplausos y ovaciones es una cosa bien distinta. En el césped, no habría que recordarlo, no hay amigos. De hecho, el propio Isco es quien finiquita al Málaga. Que le apoden Magia es tan obvio como redundante. El niño de la Calle Las Flores está tocado por una varita, cómo negarle a la razón lo que los ojos te dicen. Y ese toque único, ayer, lo utilizó para derrotar al equipo malacitano.

Tras el gol pidió perdón, cuando se fue también agradeció cariacontecido el cariño mostrado por la que fue su afición. Y no tiene por qué hacerlo. Esta moda del fútbol moderno de pedirle a los jugadores que impongan los latidos a los sentidos debería desterrarse. Uno se debe a quien le paga y la profesionalidad tiene que estar por encima.

La lista de los que deben pedir perdón al malaguismo es amplia y en ella no tiene cabida Isco. Ahí tiene que estar, antes que nadie, Abdullah Al Thani, que sigue en su universo paralelo capitaneando el Nautilus a su final. La Rosaleda, en una parte muy importante, volvió a pedir su marcha a gritos. Deberían haberlo escuchado sus hijos. Nasser, Nayef, Hamyan y Rakkan están en Málaga, pero en lugar de dar la cara y aguantar el chaparrón en el palco, se quedaron en sus residencias, arrancando otra hoja del calendario sin demostrar la más mínima empatía.

Perdón debería pedir Mario Husillos, el arquitecto encargado de la reforma y al que llevamos meses sin escuchar en público. El equipo puede ser de Segunda el próximo jueves. Es cierto que no construyó este Málaga defectuoso y descompensado, pero sus remiendos no encuentran amparo en ninguna lógica. Después de aguantar lo inaguantable a Míchel, dejó los remos a José González, un buen hombre y un currante al que esta empresa le vino y le viene larga. Eso por no hablar de sus refuerzos de invierno. El nivel mostrado por todos los futbolistas que llegaron en enero es para pedir disculpas, coger las maletas y cerrar el chiringuito.

Porque se quejó José tras perder con el Real Madrid de la falta de gol. Dos de los delanteros que jugaron ayer y de los que presumió el director deportivo cuando llegaron son Ideye y Bueno. Hay veces que cuando no eres la cura, también eres la enfermedad. El único que marca algún gol últimamente es Diego Rolan.

Lo que sucede es que el tanto que al uruguayo le computa como quinto tras el partido contra el Real Madrid llegó en el minuto 93 y porque Vallejo tuvo un error obsceno. Casi nada de lo que ha hecho el delantero franquicia del Málaga para este curso se ha traducido en puntos. Y eso sí que es grave. Quien lo trajo (quienes lo trajeron) también deberían pedir perdón.

Tanto como deberían pedirlo casi todos los jugadores que conforman y han conformado la plantilla del Málaga en este annus horriblis. Perder con el Madrid entra dentro de lo lógico, otra cuestión es lo que se ha perdido por el camino. Porque no son sólo partidos, el Málaga pierde una década de construcción de amor por unos colores en una ciudad, la propia, en la que siempre se sintió el tercero en discordia. ¿Eso quién lo paga?

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