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Los vientos que se sembraron

  • El Málaga desciende a Segunda División a falta de cinco jornadas para el final de la Liga

  • El Levante dio la puntilla a los de José en el minuto 93

Miquel, en el césped tirado, tras el gol del Levante, mientras Luis Hernández y Roberto aparecen con caras de decepción.

Miquel, en el césped tirado, tras el gol del Levante, mientras Luis Hernández y Roberto aparecen con caras de decepción. / fotografías: EFE

Oier hpedro López H

Rober Pier H

Cabaco l

Postigo, 46' H

Coke H

Ivi H

Jason, 69' H

Lerma H

Campaña H

Lukic, 83' s.c.

Morales H

Roger H

Boateng H

Roberto H

Rosales l

Luis Hdez. l

Miquel l

Miguel Torres l

Lestienne l

Lacen l

Iturra, 68' l

Adrián l

Chory l

Bueno, 76' l

Rolan l

Ideye l

Bastón, 83' s.c.

El Málaga no recoge más que lo que sembró. Aquello de los vientos y las tempestades llevado al terreno de juego. Puede parecer cruel el descenso a Segunda por la manera, pero no deja de ser el desenlance esperado de un vodevil de tres al cuarto. Lo primero que llegan son las lágrimas de cocodrilo de los mismos futbolistas que han arrastrado el escudo durante más de 30 jornadas ligueras. La búsqueda de compasión mediante el victimismo no sirve, no cuela. Pronto eso se convertirá en un sálvese quien pueda y si te he visto no me acuerdo. Es la ley del fútbol, una selva con sus propios códigos y que, según qué casos, tiende a repetirse. Aceptado este punto, también pasará algo parecido en los despachos. El jeque Al Thani buscará culpables porque sigue siendo incapaz, en su infantil manera de llevar un club de fútbol, de entender que el principal estorbo es él mismo. Y luego, todos los que van ocupando cargos después del suyo dirán que el perro ya tenía la rabia y que demasiado han hecho en quedarse presentes hasta el sacrificio.

El Málaga se va a Segunda. No por haber perdido ante el Levante. Es por la pérdida de papeles previa, que se venía cocinando desde mucho atrás. Las injerencias, los egos, las luchas internas... Semillas para un campo que no tenía más remedio que terminar en eso, en cuna de tempestades.

Puede ser cruel la verdad. Casi siempre lo es. Y triste. Pero, como decía aquel, lo que no tiene es remedio. Lo mejor que queda por hacer es dejar de lamentarse, llenar la mochila de aprendizajes, y pensar en alzar el vuelo lo antes posible. La cuestión es que el ecosistema actual del Málaga está más condenado a pasarlas canutas en Segunda que en dibujar un ascenso exprés.

Porque el descenso no se firma porque Boateng marcase en el minuto 93 un gol al Málaga. Eso no es cruel, eso es lo natural. Porque cuando situaciones así se repiten a lo largo de una temporada, la fortuna no tiene nada que ver. Es que eres malo. Eso parece no querer admitirlo en ninguna rueda de prensa José González, que se marchó del Ciudad sosteniendo su indigente discurso. Él, que se recordó como parte del Cádiz de los Milagros y que explica en su biografía que salvó al Granada, sabe perfectamente que en el Málaga no hay un Irigoyen o un Pina.

En el Málaga está Al Thani, el presidente que ha conseguido que la gente olvide que hace cinco años el equipo blanquiazul estaba llorando por otro gol en el 93 que le dejaba sin semifinales de la Champions League. Tan nefasta es su manera de hacer las cosas que un presupuesto histórico (sin inyecciones extra) consigue que sea un despilfarro. Por todo lo que hizo directamente y por todos los que le rodean y han rodeado. Del primero al último.

Eso incluye a Mario Husillos, que ha preferido estar en el búnker que en primera línea durante las horas más críticas del último lustro y casi de la década. Su apuesta por José ya ha quedado retratada. Sujetarlo en el cargo, como hizo con Míchel en su momento, fue otro golpe mortal a las aspiraciones del Málaga de obrar algo parecido a una gesta. Además apuntaló la plantilla con ocho futbolistas de los cuales prácticamente ninguno ha sumado en positivo y de los cuales apenas un par de ellos podrían optar a seguir en una plantilla que tenga previsión de ascenso.

No son los nuevos, también hay que recordar, los que han llevado al Málaga a Segunda.

El equipo blanquiazul se entregó a los goles de Borja Bastón y Diego Rolan y sus cifras han estado a la altura de las que firmaron en su día Pablo Couñago y Chengue Morales. Ahí Arnau cometió el mayor de los pecados. El gol redime a cualquiera de sus obras, pero sin él, poco se puede hacer, haya las intenciones que haya. De los demás tampoco se salva nadie. Sólo Roberto ve su caché intacto. Todos, absolutamente todos los jugadores del Málaga, valen menos que hace un año.

Del partido ante el Levante sí se puede sacar una cosa en claro: eso es lo que espera en Segunda División. No existen los Madrid o Barça de plata. Esperan partidos así, de 0-0, de fango, de pantalones remangados, donde el camarón que se duerma acabará arrastrado por la corriente.

Este Levante ascendió (de la mano de Muñiz) con una combinación de hambre y austeridad que ha dado sus frutos. Aguante o no la carrera final al Deportivo, hay un plan de club y un plan futbolístico. Si el Málaga sigue pensando que esto es sólo una cuestión de jugadores o que el nombre y la historia te hacen más guapo que el Reus y el Albacete, la caída a Segunda sólo será la previa del regreso al Grupo IV. A ver quién siembra.

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