Malaga Club de Fútbol

El Málaga cree en su milagro (3-2)

  • Remontada de fe obrada desde el banquillo tras la entrada de Juanpi, Ontiveros y Borja Bastón

  • Los problemas atrás avecinan tormenta en próximos choques 

Los malaguistas felicitan a Borja Bastón tras firmar el gol del triunfo.

Los malaguistas felicitan a Borja Bastón tras firmar el gol del triunfo. / Marilú Báez

La temporada del Málaga ya oposita a ser de las más taquicárdicas de la historia. Queda muchísimo sufrimiento que vivir, pero ahora menos puntos que recortar. Ahora está a uno la permanencia, que puede ser un mundo o una orilla, ya se verá. La única certeza es que cada partido va a costar horrores sacarlo adelante. El del Deportivo necesitó de un ataque de fe y ciertas dosis de drama. Lo más divertido que le queda al Málaga este año es superar el sufrimiento.
Ontiveros catapultó un balón que de manera milagrosa embocó a gol Chory Castro y Borja Bastón se estrenó a seis minutos del final para hacer grande un precioso pase de Juanpi al hueco y obrar la remontada. Los tres tipos que entraron desde el banquillo para reinar en la tragicomedia que fue el choque de La Rosaleda. Para un final feliz que es solo un punto y seguido en el desgaste emocional de esta temporada. 
La grada otra vez fue determinante y, como en el anterior choque en casa, volvió a irse a casa pensando que sí se puede, tal y como coreó al término del choque. Pero también advertida de que algunos de los problemas son crónicos. El partido perpetrado por Luis Hernández y Baysse fue una película de terror. El Málaga siempre vivió en el alambre porque su dupla de centrales es funambulismo puro. 
Por suerte, quedó en anécdota hoy, aunque la advertencia para el futuro asusta. Incluso que Roberto se contagiara de sus compañeros con una mala salida que propició el 1-2 en el minuto 52, cuando el infierno pareció poseer La Rosaleda. Antes de eso, había quedado claro que el partido iba a ser una rifa. Vulnerables unos y otros en defensa, el choque anunciaba que se lo iba a llevar el que hurgara mejor en las miserias contrarias. Si Rosales aprovechaba un despiste en saque de esquina para hacer el 1-0 de volea al cuarto de hora, poco después Lucas Pérez cabeceaba a las mallas sin oposición. 
Estaba todo perdido con media hora por jugarse. Por eso reaccionó el equipo, que ya no podía caer más bajo. Míchel movió piezas quitando al perdido Rolón y a Keko para buscar revolución con Juanpi y Ontiveros. Cuando menos se esperaba, la mejor versión de ambos asomó, aunque fuera a chispazos. El marbellí empezó a redimirse con desequilibrio y con ese centro-chut que entró llorando a mares empujado por el Chory Castro. 
El empate hizo dimitir al Deportivo, que entendió que el punto era bueno. Se metió en la cueva y el Málaga se aferró a su corazón. Para que llegara el 3-2 o el 2-3. Borja Bastón completó el mejor día de Míchel en el banquillo, su entrada revolucionó los ataques. Primero se le negó un mano a mano en fuera de juego que no era (vaya día más 'fistro' de Martínez Munuera), luego se le fue la mirilla. Pero no perdonó cuando la permanencia estaba en juego. Volvió a ser sí mismo con un desmarque que leyó a la perfección Juanpi. La pelota entró casi llorando, en una cuchara eterna. La Rosaleda estalló, el Dépor hincó la rodilla y Chory Castro se mantuvo en pie de milagro, porque llevaba cinco minutos desplomado. El partido acabó, al sufrimiento le queda bastante. La épica no es la estrategia más eficiente para una permanencia. Pero es la que hay ahora mismo. Y ayer dio otra vida extra. 

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