Málaga, ayer y hoy

Un 'oasis' tradicional acorralado por el ladrillo

  • Benalmádena: el pueblo ha conseguido mantener sus tradicionales señas de identidad a pesar del voraz crecimiento urbanístico y demográfico seguido también por sus vecinos.

Benalmádena, al igual que su vecino Mijas, es uno de esos pueblos del litoral malagueño que ha sobrevivido durante siglos encaramado en la sierra, cerca del mar pero lo suficientemente lejos para no sufrir los ataques de los piratas norteafricanos ni de los enemigos de la monarquía española. Pero aunque en el término municipal se han encontrado restos de asentamientos prehistóricos y de la época romana, el origen de la población actual hay que buscarlo en la Edad Media cuando apareció en torno al siglo XI un núcleo urbano amurallado y defendido por una fortaleza.

Esta villa, cuyos habitantes se dedicaban a la agricultura y a las labores artesanales, adoptó entonces el nombre de Ibn-al-Madena, que "algunos creen relacionado con la presencia de minas en la zona y otros que podría proceder de algún linaje musulmán", contó el historiador Víctor Heredia. Benalmádena fue conquistada por los Reyes Católicos en 1485 tras lo que quedó despoblada, por lo que en los años siguientes hubo varios intentos para repoblar la villa. Una tarea que, según Heredia, no resultó fácil " por la peligrosidad que caracteriza a la costa malagueña durante los siglos de la Edad Moderna, a lo que se unió el impacto de varias catástrofes naturales como el terremoto de 1680".

A partir de mediados del siglo XX se produjo la gran transformación del municipio, en la línea del resto de la Costa del Sol y con el ejemplo cercano de la vecina Torremolinos. El crecimiento urbanístico y demográfico generado por el auge del turismo consolidó el núcleo existente en Arroyo de la Miel y propició la ocupación inmobiliaria del litoral con la aparición del núcleo de Benalmádena Costa, "quedando el pueblo en la parte más elevada y con un urbanismo que ha sabido conservar en buena medida sus señas de identidad frente a la proliferación de grandes hoteles y bloques de apartamentos", aseguró.

El pueblo mantiene una agradable imagen tradicional, con calles estrechas y empinadas al estar a unos 300 metros de altitud, y casas pequeñas y blanqueadas. El entramado urbano original y el fuerte carácter tradicional otorgan una especial singularidad al núcleo, donde se mantiene el Ayuntamiento y el Museo de Arte Precolombino formado por Felipe Orlando. Una de esas calles es Lomilla, tal y como refleja la imagen tomada a principios de la década de 1960 y donde se aprecian humildes viviendas encaladas en un blanco deslumbrante.

Un pueblo con cárcel y dos escuelas

A mediados del XIX en el municipio vivían mil habitantes y tenía ayuntamiento, cárcel en estado ruinoso, iglesia parroquial y dos escuelas, además de tres torres vigías en el litoral. Por entonces los principales cultivos eran los cereales y las batatas, había algún ganado caprino y la actividad industrial se limitaba a los molinos de harina y de papel. Más adelante adquirió cierta importancia el cultivo de la vid.

El origen de Arroyo de la Miel

A finales del siglo XVIII el genovés Félix Solesio instaló en Arroyo de la Miel un complejo industrial para producir papel con destino a la fábrica de naipes de Macharaviaya, con el apoyo de la familia Gálvez. Así nació el núcleo de población de Arroyo de la Miel que pertenece a Benalmádena.

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