E style="text-transform:uppercase">n 1981 Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez, acompañados por el guitarrista Antonio Sánchez, grabaron en directo y editaron un célebre disco, emblema alternativo de la década de los ochenta, que se titulaba "La Mandrágora". Desconozco la intención de los autores con el nombre del álbum en cuestión, pero no me voy a referir a ese título, sino a una planta propia de este tiempo y de nuestros campos: la Mandragora autumnalis, que, como su propio nombre indica, es frecuente en los otoños de nuestra tierra.

En efecto, tras las primeras lluvias en las tierras de bujeos de nuestra campiña aparecen, modestas, a ras de tierra, una bellas flores de color violeta: las mandrágoras.

Es una planta de la familia de las solanáceas que ha sido usada extensamente en Europa con fines medicinales. Sus raíces han sido usadas durante la historia para brujería, rituales mágicos y en religiones paganas. La forma humana, masculinas y femeninas, de sus raíces acrecentaban las cualidades que se les atribuían. Flor de Satán, flor del Amor; sus contenidos en alcaloides, como la atropina o la escopolamina, hacen que de la euforia de los amoríos se pueda llegar a la muerte si la dosis no es la apropiada.

Se dice que las brujas de toda Europa bajaban en tropel hasta la Baja Andalucía en la época otoñal para su recolección, pero esta no estaban exentas de peligros. La leyenda asegura que todas las raíces de la mandrágora se transforma en hombrecitos de verdad, como pequeños duendes, y que se dedicaban a favorecer al dueño de la misma. Pero se decía que esta planta, al arrancarla, la raíz gritaba. Y que el grito mataba a la persona que la arrancaba. Por ello las hechiceras usaban el siguiente truco: cavaban alrededor de la raíz, dejaban esta desnuda y ataban un perro a la raíz. Luego llamaban al can, éste la arrancaba y el pobre chucho era el que moría.

Independientemente de supercherías, historias y leyendas, disfruten de esta bella planta en las cunetas de nuestras carreteras. Y paren en una venta a probar un mosto. Ya ha llegado el frio y ahora está en su punto.

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