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Klemperer en Berlín

  • Perseguido por el régimen nazi y exiliado en América, Otto Klemperer dirigió a menudo a su vuelta en la capital alemana

Otto Klemperer: Recordings Berlin 1950-58. Orquesta RIAS. Otto Klemperer Audite (5 CD) (Diverdi)

Cuando Hitler llegó al poder, Otto Klemperer (Breslau, 1885 - Zúrich, 1973) tenía 48 años y era uno de los más importantes directores de la Alemania del momento. En los cuatro años que estuvo al frente de la Krolloper berlinesa (desde 1927 hasta el cierre del teatro en 1931), Klemperer se había significado como un apoyo sólido de los modernistas, ofreciendo primicias de Schoenberg, Hindemith, Krenek, Janacek y otros compositores a los que los nazis tildaron enseguida de degenerados, por lo que el músico, de familia judía, entendió que había llegado el momento de poner un océano de por medio y se exilió a los Estados Unidos.

Tras el ocaso hitleriano, Klemperer volvió a Europa para convertirse en Director General de la Música de Budapest, desde donde retomó el contacto con la cultura de su país, dirigiendo un par de veces a la Filarmónica de Berlín en 1948 (no volvería a hacerlo hasta 1954), pero sobre todo trabajando a menudo con la Orquesta RIAS, fundada en 1946 en el sector americano de la ciudad y rebautizada en 1956 como Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín. Su primer concierto con la RIAS lo abrió con la suite del ballet Nobilissima Visione de Hindemith, todo un símbolo de su rechazo al reciente pasado alemán. Audite publica ahora esa suite de Hindemith en una versión de estudio de 1954 como parte de un impecable álbum de cinco discos que recoge una serie de grabaciones que Klemperer realizó con esta orquesta entre 1950 y 1958.

La colección es muy interesante porque marca entre otras cosas el paso de Klemperer a su estilo directorial de madurez, mucho más reposado, concentrado, denso, a veces hasta lo marmóreo, que el de su juventud, que era más chisposo, alígero y afilado. A ese estilo tardío daría aún Klemperer alguna vuelta de tuerca: basta comparar la Heroica de Beethoven aquí incluida (registro en vivo de marzo de 1958) con la mítica grabación para EMI del año siguiente, mucho más lenta, monumental y trascendente. De la misma sesión provienen otros dos Beethoven, una elegante Sinfonía nº2 y una muy directa e impactante Obertura Egmont. La versatilidad en el de Bonn era especialidad del maestro, lo que confirma la adusta pero lírica Pastoral y el dramático Concierto para piano nº3 de 1954.

Todo el Mozart que se incluye aquí (Sinfonías 25, 29, 38, Serenata Notturna, obertura de Don Giovanni) está grabado en 1950 y es de una ligereza, una claridad y una frescura que a alguno puede sorprender y que sólo retrocede episódicamente en algunos pasajes de articulaciones poco ágiles (el arranque de la Sinfonía nº29 suena por ejemplo demasiado pastoso). Completa la oferta una de Mahler grabada en vivo en 1956 en una versión que tiene un arranque agitado, urgente, nervioso, pero que se va serenando para alcanzar en el Ruhevoll un lirismo de delicadísima poesía y en el final, que canta con algún problema al principio Elfride Trötschel, una luminosidad catártica. En definitiva, se ofrece aquí un perfil revelador de un momento crucial en la carrera de uno de los más señeros maestros de la batuta del siglo XX.

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