Motociclismo l Gran Premio de Malasia

Más que un campeón mundial

  • Rossi es todo un icono del deporte en sus 14 años de trayectoria gracias a su acusada personalidad · En todos los circuitos hay más banderas, camisetas y gorras alusivas al italiano que de cualquier piloto local

El piloto italiano Valentino Rossi (Yamaha), que sumó su noveno título, representa en el motociclismo algo más que un campeón: Vale se ha convertido en catorce temporadas en un icono del deporte mundial. Rossi pasará a la historia no sólo por su palmarés, sino por su extraordinaria personalidad. Desde luego se puede discutir quién es el mejor piloto de la historia, pero no quién es el que desde 1949, año del primer mundial, ha tenido más personalidad.

El transalpino fue tercero en el Gran Premio de Malasia para ganar su séptimo campeonato en la máxima cilindrada: 2001, 500 c.c., con Honda; 2002, MotoGP, con Honda; 2003, MotoGP, con Honda; 2004, MotoGP, con Yamaha; 2005, MotoGP, con Yamaha; 2008, MotoGP, con Yamaha; y 2009, MotoGP, con Yamaha.

La aportación de Rossi al motociclismo y al deporte en general es imposible de medir, así como los aficionados, niños y jóvenes, que se han fijado en el Mundial de MotoGP por la atracción que ejerce el piloto nacido hace 30 años en la Romaña italiana, en un pequeño pueblo llamado Tavullia, donde todavía reside y donde lleva una vida normal cuando está fuera de la competición.

En cualquier circuito del mundo hay más banderas, camisetas, gorras y pancartas de Valentino que de cualquier piloto local. Por ejemplo, los periodistas italianos que siguen el campeonato o los responsables de su club de seguidores se enfadan cuando se les dice que su piloto no es italiano, sino que es patrimonio de la humanidad.

Sus celebraciones también han creado escuela. Se ha vestido de pollo, de preso, de director de orquesta, se ha puesto unas orejas de burro o ha realizado junto a los artistas de su club de seguidores, un pilar fundamental en su carrera, un montaje a pie de pista con Blancanieves y los siete enanitos cuando se hizo con su séptimo título.

Pidió perdón el año pasado por haber perdido los mundiales de 2006 y 2007 con unas camisetas en las que se podía leer "Perdonad el retraso". Y ayer él y los de su club se vistieron con unas camisetas en las que se podía leer: "Gallina vieja hace buen caldo".

Más allá de su carácter extrovertido y frívolo, Rossi es un gran profesional que sabe qué es lo que le ha llevado a ser uno de los deportistas mejor pagados del mundo. Sabe, como buen italiano, venderse como nadie. Es imposible verle rechazar la firma de autógrafo o denegar una foto.

Valentino se inició de pequeño en este deporte de la mano de su padre Grazziano, que ganó dos grandes premios en la último lustro de la década de los setenta. Pronto destacó El Doctor en el campeonato nacional, en el que en 1994 fue campeón de 125 c.c. y debutó en 1996 en el Mundial precisamente en Malasia. Su personalidad le llevó a crear un universo particular que se ha convertido en un negocio notable: su número, sus cascos con el sol y la luna, o con su cara boquiabierta, como el estrenado en Mugello el año pasado, su ropa, su perro bulldog Guido, sus camisetas. Todo se vende.

Después de ganar los mundiales de 125 c.c. y 250 c.c. en 1997 y 1999 con Aprilia, dio el paso a la mayor de las cilindradas, entonces la de 500 c.c. Ganó su primer título en la categoría reina el último año que corrieron las 500 c.c. con una Honda y el primero con las 990 c.c. de MotoGP también con la marca de ala dorada en 2001 y 2002.

Rossi es tan competitivo que se sintió menospreciado por los responsables japoneses de su moto. Los dirigentes de Honda consideraban, según el piloto, que ganaba porque su máquina era tan buena que nadie podía con ella. Valentino se fue cansando poco a poco de ellos y empezó a negociar en secreto en 2003 con sus rivales de toda la vida, Yamaha, con el fin de demostrar que era él quien hacía que la Honda corriera.

En su autobiografía, cuenta que la pregunta es: "¿Y si no lo hubiera intentado, qué?". Nada más comenzar la temporada 2004, encontró la respuesta: había acertado, porque en la primera carrera en Suráfrica, ganó con Yamaha.

Empalmó dos títulos con Yamaha y en 2006 vivió su peor año cuando perdió en la última carrera el mundial ante el estadounidense Nicky Hayden, entonces en Honda, tuvo problemas con la Hacienda italiana, probó con Ferrari y cambió de representante. Vivía en Londres y decidió regresar a Tavullia, algo que renovó su personalidad y le dio más fuerza.

En 2007 encontró en el australiano Casey Stoner y su Ducati un nuevo enemigo, con el que no pudo ese año, pero al que ha vencido en los dos últimos. La llegada de Jorge Lorenzo, con 22 años, a su equipo le ha motivado aún más y ha comentado que con el tiempo dos aspirantes al título de esa calidad no pueden estar juntos. De momento, seguirán en Yamaha la próxima temporada.

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