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Ahora sí termina la guerra...

  • Siete años después de que George W. Bush diera por finalizadas las operaciones bélicas en territorio iraquí a bombo y platillo, las tropas de combate de estadounidenses realizan una retirada poco festiva

Vaya diferencia. El 1 de mayo de 2003, en una aparición de tintes televisivos sobre el portaaviones USS Lincoln, el entonces presidente de EEUU George W. Bush anunció con bombos y platillos el final de las grandes operaciones bélicas en Iraq.

La retirada se produce exactamente siete años y cinco meses después de que el entonces presidente George W. Bush lanzó la invasión de EEUU en Iraq el 19 de marzo de 2003, con el argumento de que el Gobierno de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva.

En esa ocasión, Bush dijo que el objetivo era "desarmar a Iraq, liberar a su pueblo y defender al mundo de un grave peligro", y aseguró que la campaña militar no se realizaría "a medias".

Pero el hartazgo de la opinión pública en EEUU con la operación Libertad Iraquí contribuyó a la victoria electoral de Barack Obama en 2008, quien prometió poner fin a la guerra.

La Casa Blanca ya anticipó que la salida tendría un perfil bajo por motivos de seguridad. Pero ésa no es la única razón. A pesar de haberla heredado, el sucesor de Bush, Barack Obama, nunca quiso esta guerra y no veía motivos para una retirada festiva que podía malinterpretarse como una marcha de vencedores.

También los desafíos en Iraq eran enormes pero fueron fatalmente subestimados y EEUU pagó un alto precio por ello. La discusión sobre si los resultados justifican esta guerra y, sobre todo, los muertos que ocasionó, está lejos de terminar.

Cuando Bush decidió derrocar por la fuerza a Sadam Husein, con el falso argumento de que poseía armas de destrucción masiva, dividió a la sociedad estadounidense y volvió a buena parte del resto del mundo contra Estados Unidos.

Pero mientras Iraq emerge lentamente de una guerra larga y sangrienta entre alentadoras señales de estabilización de la seguridad y su frágil Gobierno gana confianza, muchos se preguntan si la misión fue un éxito estratégico, un fracaso o una combinación de ambos.

Para los partidarios de la guerra, el derrocamiento de Sadam Husein en 2003 dio una nueva forma a toda la región. Si a ello se suma el final de décadas de un régimen represivo para reemplazarlo por un Gobierno democrático y cordial con Washington, no puede haber ninguna duda.

Por su parte, los detractores ponen el acento en la pérdida de vidas y dinero. Más de 4.400 soldados estadounidenses han muerto, y, aunque no hay cifras oficiales, se estima que más de 100.000 civiles iraquíes perecieron en el conflicto.

También apuntaron al daño que ha sufrido la credibilidad de Estados Unidos ante el mundo, la creciente tensión con Irán y al hecho de que la guerra de Iraq desvió recursos millonarios y necesarios en la lucha contra los talibanes y la red de Al Qaeda en Afganistán.

"Hay que hacer una evaluación de los objetivos políticos alcanzados y de si EEUU está mejor ahora que antes de la guerra", dijo William Nash, general retirado del ejército estadounidense. "Mi opinión es que hay más cosas negativas que positivas", añadió.

Por el contrario, Thomas Donnelly, del American Enterprise Institute de Washington, aseguró que la guerra "valió la pena" aunque admitió que la ocupación duró más tiempo de lo previsto.

Incluso en los momentos más complicados del conflicto, Bush siempre expresó su confianza en que el país caminaba hacia una situación mejor, aún existiendo la amenaza de una guerra civil entre chiíes y suníes.

De cualquier forma, reina el consenso de que Iraq se enfrenta a un futuro difícil.

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