El ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de la masacre que provocó 77 muertes en Noruega en julio de 2011, prepara una demanda contra el Estado noruego por mantenerlo en régimen de aislamiento desde hace dos años. "El núcleo de la demanda es que en la práctica sigue aislado y es hora de que acabe. Hemos presentado quejas y ahora queremos que los tribunales determinen si está en consonancia con el reglamento", declaró al periódico Dagbladet su abogado, Geir Lippestad. La demanda, que estará lista antes de Semana Santa, va dirigida contra el Ministerio de Justicia por violación de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe un trato inhumano o degradante.

Desde que fue condenado en 2012 a 21 años prorrogables de forma indefinida, Breivik ha estado en un departamento de alta seguridad: primero en el penal de Ila, al oeste de Oslo; ahora en el de Skien, al sur de la capital, lo que su abogado cree "una forma de tortura". Las autoridades penitenciarias tienen que renovar cada seis meses su estancia en ese departamento, que se justifica apelando al riesgo de fuga, de tomar rehenes o a cometer nuevos delitos.

"Vemos que se renueva casi de forma automática con los mismos argumentos cada vez. Si tiene que seguir aislado al menos que esté justificado. Había buenos motivos para hacerlo después del 22 de julio, pero esos motivos se van debilitando", dijo Lippestad. La defensa de Breivik llevará también a los tribunales a las autoridades penitenciarias por cortar el mes pasado el intercambio postal del ultraderechista con el argumento de que pretendía crear un movimiento "que incluye la extrema violencia y el terror como instrumentos", una acusación que niega.

"A Breivik le han negado enviar tarjetas postales completamente neutrales. No pueden hacer una prohibición total, deben analizar el contenido de cada carta", afirmó Lippestad. Breivik ya se ha quejado con anterioridad del trato en prisión y ha presentado varias quejas.

El ultraderechista noruego, de 35 años, hizo estallar una furgoneta bomba en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011, causando la muerte a ocho personas. Inmediatamente después se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, donde murieron otras 69 personas.