El gigante asiático Los medios oficiales quieren aprender del periodismo de las democracias

China se vende al mundo

  • El régimen comunista ha emprendido una campaña sin precedentes en sus medios de comunicación para lograr que su voz pueda escucharse en todo el globo

China ha lanzado una ofensiva propagandística a nivel mundial para extender su poder mediático y lograr que su voz se escuche en todas partes. La dirección comunista está invirtiendo miles de millones en la expansión global de los medios chinos. La ambiciosa estrategia proviene del jefe de Estado y de partido Hu Jintao. El llamado soft power, el poder blando con el que se ejerce influencia sobre otros países a través de la cultura y las ideas, es para Hu "un factor cada vez más importante de fuerza nacional".

Mientras que los presupuestos en el mercado periodístico se recortan en todo el mundo debido a la crisis financiera, Pekín no pone objeciones a invertir más dinero. Lo importante es reforzar su posición entre los creadores de opinión globales en la era de la información.

La presencia de China como país invitado en la Feria del Libro de Fráncfort la próxima semana pertenece también a la campaña, al igual que una cumbre de medios mundiales en Pekín a la que la agencia estatal china Xinhua ha invitado a representantes de un centenar de medios extranjeros. La conferencia proporciona una plataforma al brazo propagandístico del Partido Comunista para hablar de igual a igual con organizaciones de noticias independientes del mundo libre sobre los retos globales y para cooperar con ellas.

Los medios estatales chinos quieren aprender de otros países y se expanden rápidamente por todo el mundo por medio de servicios en inglés y otros idiomas extranjeros. "Afrontamos la urgente tarea estratégica de equiparar nuestras capacidades comunicadoras al estatus actual de China", fija Liu Yunchun, el jefe de la propaganda de la tercera potencia económica.

"Actualmente otras naciones cuya habilidad y capacidad de comunicación son mejores y más avanzadas tienen también más influencia en el mundo", apunta.

El pasado mes de mayo el periódico del partido Renmin Ribao (Diario del Pueblo) lanzó su edición en inglés Global Times, que logró perfilarse con un concepto moderno a pesar de los matices nacionalistas. La agencia Xinhua ha entrado incluso en el mercado de la televisión y está creando un canal de noticias de 24 horas a imagen de la emisora árabe Al Jazeera. El lema es que si un pequeño país como Qatar puede lanzar una cadena tan ambiciosa, los chinos por supuesto que pueden lograrlo también.

Desde el verano se emiten en todo el mundo los primeros programas de la cadena asiática de noticias que pretende interpretar acontecimientos globales de manera "objetiva", pero desde "un punto de vista chino" para ofrecer a los espectadores internacionales "una nueva perspectiva". El nuevo canal de noticias amplía la fuerte presencia radiofónica y televisiva global de China. La cadena estatal de televisión CCTV emite ya en varios idiomas a más de cien países, también 22 de lengua árabe desde hace poco.

China sigue el ejemplo de imperios mediáticos occidentales para crecer en su proceso de expansión. Se habla incluso de privatización, en un intento de atraer capital extranjero para empresas periodísticas chinas, lo que, sin embargo, no significa una mayor libertad de acción y expresión. El jefe de propaganda Liu Yunshan advirtió a las empresas periódisticas que debían mantener "siempre la dirección correcta de la avanzada cultura socialista".

De este modo, se limitan las informaciones extranjeras en China, mientras que los medios chinos pueden expandirse libremente en las sociedades libres del mundo. No hay nada que objetar a un mayor flujo de información desde China, pero los críticos lamentan la "presentación propagandística de sí misma" que dirige el régimen autoritario.

Pekín quiere sacudirse la imagen negativa de Estado de injusticias, más aún después de que las protestas por los duros enfrentamientos en Tíbet marcaran la marcha de la antorcha olímpica por tierras chinas a principios de 2008. La solución es "mostrar al mundo una mejor imagen de China".

Informaciones de medios de Hong Kong apuntan a una inversión de más de 4.000 millones de euros. Los observadores dudan en todo caso que el dinero pueda comprar la credibilidad que debería llegar por medio de la diversidad mediática y la pluralidad de opiniones independientes.

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