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Dispuestos para el combate

  • Los rebeldes libios se organizan como pueden para hacer frente a las tropas de Gadafi preparando a marchas forzadas a civiles que jamás han tocado un arma

Los jefes de los rebeldes libios se organizan como pueden para combatir a las tropas del coronel Muamar el Gadafi, enrolando y entrenando a marchas forzadas a voluntarios civiles que jamás habían tocado un arma.

Estudiantes, profesores, jubilados, trabajadores del sector petrolero... forman filas irregulares en posición de firmes en un terreno situado en el corazón de una antigua base del Ejército libio, hoy en día ocupada por los insurgentes en Bengasi, segunda ciudad del país.

"Si muero, lo haré como un mártir por Libia. Nos defendemos, defendemos a los civiles", asegura Hani Abdelbaqer, un profesor de 40 años, vestido con uniforme militar, que confiesa no haber tenido nunca un fusil entre sus manos.

La vida ha cambiado por completo en Libia desde que el régimen respondió con las armas en febrero a las manifestaciones prodemocráticas organizadas por la oposición, que se transformaron en una insurrección armada que conquistó el Este del país.

Los enfrentamientos entre los hombres bien equipados de Gadafi y la naciente rebelión han obligado a ésta a redoblar esfuerzos para profesionalizarse, con la esperanza de ganar este duelo desigual.

Las fuerzas leales a Gadafi, en el poder desde hace 42 años, hicieron una violenta incursión hace más de dos semanas en algunos barrios de Bengasi, el feudo de la oposición, disparando con armas pesadas y aterrorizando a los habitantes.

"Cuando llegaron a Bengasi dispararon contra todo el mundo, incluso contra gente que no apoyaba la revolución", recuerda Abdelbaqer. Su mujer y sus dos niños permanecieron encerrados en casa.

Varios oficiales que dejaron las fuerzas armadas de Gadafi para ingresar en las filas de la rebelión comenzaron a entrenar a la horda de voluntarios inexpertos y con frecuencia desarmados para convertirlos en una fuerza de combate.

En Bengasi, la rebelión ofrece un entrenamiento de tres semanas a los voluntarios durante las cuales deben aprender a utilizar un arma automática, a disparar cohetes y manejar baterías antiaéreas recuperadas en las bases desertadas por el Ejército rebelde en el Este.

Estos ex oficiales del Ejército libio piden a los civiles y a los insurgentes que no poseen armas útiles que permanezcan lejos del frente de batalla con el fin de evitar los movimientos de pánico cuando se producen ataques con morteros a los convoyes rebeldes en las carreteras que atraviesan el desierto, en el centro del país.

Algunos de estos ex militares libios convertidos en instructores en el seno de la rebelión poseen ellos mismos poca experiencia en el entrenamiento de los nuevos reclutas.

Mustafa Salih, de 29 años, que enseña a una docena de voluntarios a montar una batería antiaérea, hizo su servicio militar hace cuatro años pero nunca antes había combatido. "Esta formación no es suficiente, no bastará para los revolucionarios", dice.

"Esta guerra nos ha sido impuesta, no teníamos ningún medio para entrenarnos. Tres semanas de entrenamiento antes de ir al frente es mejor que nada, estos muchachos irán de todas maneras al combate", reconoce Mustafa Gheriani, un portavoz de los rebeldes.

La rebelión sostiene que los voluntarios deben ser mayores de 18 años para ir al combate, pero eso no impide a los adolescentes participar en los entrenamientos con la esperanza de llegar al frente de batalla.

"Quiero combatir por mi país", dice Mustafa, de 14 años, quien recibió un curso teórico para aprender a manejar un fusil kalashnikov, pero que no sabe disparar con ametralladora. Dice estar dispuesto a combatir "hasta la victoria o la muerte".

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