Conflicto en el cáucaso Medvedev mantiene su ayuda a las repúblicas separatistas de Osetia y Abjasia

Enemigos para la eternidad

  • Dos años después de la guerra de cinco días, Rusia y Georgia han dejado claro que sus posturas no han cambiado un ápice y siguen tan intransigentes como siempre

Dos años después de la guerra de cinco días, Rusia y Georgia siguen sin restablecer relaciones mientras las separatistas Abjasia y Osetia del Sur buscan su reconocimiento internacional alentadas por el caso de Kosovo.

En el segundo aniversario de la primera incursión militar rusa en territorio de un país vecino, Moscú y Tiflis dejaron claro que sus posturas no han cambiado un ápice y siguen tan intransigentes como hace dos años.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, visitó el domingo Abjasia, donde insistió que la invasión del vecino país fue en respuesta al ataque del Ejército georgiano a la segunda región separatista, Osetia del Sur, que podría extenderse a Abjasia.

"Estaba amenazada la existencia misma de los pueblos de Osetia del Sur y Abjasia", dijo el jefe del Kremlin, convencido de que la incursión militar permitió "evitar un baño de sangre", según la agencia RIA-Nóvosti.

Medvedev aseguró que Rusia, que tras aquella guerra reconoció la independencia de ambos entes georgianos, estableció relaciones diplomáticas e instaló bases militares en sus territorios, mantendrá invariable su ayuda política, económica y militar.

El presidente georgiano, Mijail Saakashvili, se dirigió a su vez a la nación con un mensaje televisivo en el que señaló que el país caucásico jamás se resignará a la ocupación de sus territorios.

"Nuestra lucha continuará hasta que el último ocupante abandone la tierra georgiana y se haga Justicia para centenares de miles de nuestros ciudadanos que perdieron sus casas", declaró.

Saakashvili subrayó que "la agresión contra Georgia no comenzó en 2008, sino mucho antes, y continúa hasta el día de hoy", en alusión a la ayuda militar rusa a ambas regiones separatistas durante sus guerras de secesión, a comienzos de la década de 1990.

Mientras, los líderes separatistas abjaso, Serguei Bagapsh, y suroseta, Eduard Kokoiti, descartan que sus territorios acepten cualquier forma de reunificación con Georgia.

"Las relaciones con Georgia solo pueden ser las de dos Estados independientes, y solo cuando Tiflis reconozca nuestra independencia", aseguró el dirigente de Abjasia, que busca convertirse en miembro en la comunidad postsoviética, a diferencia de Osetia del Sur, que deja ver su deseo de integrarse en Rusia.

También Kokoiti sentenció que "con Georgia no puede haber ninguna unión, ni federación ni confederación".

Ambas regiones georgianas se mostraron alentadas por la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya de legitimar la independencia de Kosovo, al opinar que refrenda el mismo derecho para ellas.

"El veredicto (...) confirma una vez más el derecho de Abjasia y Osetia del Sur a la autodeterminación", indicó Bagapsh, convencido de que ambas regiones georgianas tienen "más argumentos para independizarse que Kosovo".

Conscientes de que Kosovo es reconocido por 69 países, mientras que Abjasia y Osetia sólo por Rusia, Nicaragua, Venezuela y Nauru, ambas regiones enviaron en los últimos meses varias delegaciones a América Latina con la esperanza de que otros países, entre ellos Cuba, Bolivia o Ecuador, reconozcan su deseo de independencia.

Rusia, aunque consciente de que este paso no lo darán los países de Occidente y de que la solución del conflicto tardará muchos años, parece satisfecha con el resultado hasta el momento, pues supo defender sus intereses en la zona y puede no temer una nueva guerra.

Según el politólogo Alexei Makarkin, "Rusia demostró que puede actuar, y triunfó. Tácitamente, todos admiten ue no habrá marcha atrás y que Georgia ha perdido para siempre Abjasia y Osetia del Sur, que ahora albergan bases rusas".

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