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Gadafi sigue desafiante un mes después del inicio de los ataques

  • La Alianza Atlántica teme, aunque lo niegue, que el conflicto que ya ha causado unos 10.000 muertos entre en un punto muerto del que sea imposible salir

Un mes después de que las primeras bombas de precisión lanzadas por cazabombarderos franceses cayeran sobre posiciones de las tropas leales al líder libio Muamar el Gadafi, ni Europa ni Occidente parecen ver el final del túnel, en un conflicto que podría haber causado ya unos 10.000 muertos y 55.000 heridos.

Ni la coalición internacional ni la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que dirige la operación militar aliada bajo el nombre de Protector Unificado, muestran avances significativos que dejen entrever un final cercano a la "guerra de Libia".

Mientras tanto, Gadafi, investigado por la Corte Penal Internacional de la Haya (CPI) por crímenes contra la humanidad, no se inmuta por la enorme presión internacional e incluso realiza alguna que otra aparición pública entre sus acólitos para mostrar al "enemigo" que su determinación de permanecer en el poder sigue incólume.

En lugar de mostrar progresos tangibles en su objetivo declarado de proteger a los civiles, los aliados parecen haber entrado en un mar de los Sargazos en el cual parecen encallados o empantanados. Cada día, desde el cuartel general de la OTAN en Bruselas se hace el recuento, a modo de letanía automatizada, de las operaciones realizadas: 255 salidas de aviones, 23 ataques efectivos, 56 operaciones de reconocimiento.

La OTAN envía múltiples comunicados de prensa en los cuales informa de las actividades realizadas. Pero aunque se intente buscar más luz, detrás de los mensajes oficiales no se acierta a ver la clave que permita vaticinar un final cercano al conflicto.

La alianza da muestras de estar como atrapada en una tela de araña a pesar de que su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, lo niegue sistemáticamente .

Según transcurren los días, Europa y Occidente, con las Naciones Unidas, la Liga Árabe y la Unión Africana, se dan cuenta de que, como admitía recientemente la propia OTAN, el recurso a la fuerza área no será suficiente para resolver el conflicto.

Francia, cuyos aviones Rafale fueron los primeros en "abrir camino" con los ataques aliados, ha vuelto a criticar la presunta "lentitud" de las operaciones, que exaspera sobre todo al Elíseo.

"Hay riesgo de que esta guerra se prolongue (...) esto es largo y complicado y precisamente porque es complicado, es largo", comentó el ministro galo de Defensa, Gérard Longuet.

Es, precisamente, el peligro de que el conflicto se haga crónico lo que, a juicio de los expertos, convierte a la "guerra de Libia" en delicada.

Parece que ese primer bombardeo francés, del que alardeaba el presidente galo, Nicolas Sarkozy, el 19 de marzo pasado a las 17:45 de la tarde no ha sido el giro de tuerca que muchos esperaban, sobre todo el opositor Consejo Nacional Libio, para que en el país norteafricano comenzara a brotar otra primavera árabe, las revueltas pacíficas que vieron salir del poder al ex presidente egipcio Hosni Mubarak o al tunecino Ben Ali.

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