Silvio Berlusconi, Il Cavaliere, es ambiguo, extravagante y polémico, lo que a ojos de muchos europeos le valdría la tarjeta roja del juego político. Sin embargo, a sus 71 años, el magnate mediático y millonario ha querido retomar la batuta del poder.

Il Cavaliere, dueño de los tres principales canales privados de la televisión italiana y del AC Milan, volverá a ocupar la jefatura del Gobierno por tercera ocasión. Como primer ministro durante casi cuatro años, hasta el 23 de abril de 2005, Berlusconi dirigió el Ejecutivo más longevo de Italia tras la Segunda Guerra Mundial.

Pintoresco, estrafalario y controvertido: el líder milanés de la derecha italiana ya se distinguía de la mayoría de los políticos europeos cuando aún faltaba mucho tiempo para que llegara a la Presidencia de Francia un tipo como Nicolas Sarkozy.

Su política tampoco tenía antecedentes: tras su reelección en 2001, mandó enmendar inmediatamente la ley sobre el fraude contable, ya que la fiscal general estaba investigando su imperio financiero. Como la Justicia también le tenía en su mira por otras irregularidades, el primer ministro mandó aprobar una ley de inmunidad hecha a su medida.

En política exterior aún no ha sido olvidada su colisión con el diputado socialdemócrata alemán Martin Schulz en el Europarlamento en 2003: con motivo de algunas preguntas críticas del representante alemán, Berlusconi dijo que éste podría haber interpretado muy bien en una película el papel de vigilante de un campo de concentración nazi.

A fin de mejorar sus opciones de regresar al poder, Berlusconi, quien se sometió a un lifting y una implantación de pelo, también inventó una nueva alianza de partidos de derecha, que en vez de Forza Italia se llama ahora, curiosamente, Populo della Liberta (Pueblo de la Libertad), una coalición que se mantiene unida por la voluntad de triunfar. Precisamente por el fuerte descontento en el país, el líder opositor sabía que millones de italianos iban a votarle.