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Intensas negociaciones en Ginebra: un acercamiento a Irán con riesgos

  • El fin del tunel a la disputa nuclear con el país asiático podría estar cerca tras una reunión de urgencia en la ciudad suiza.

En la larga disputa nuclear de Occidente con Irán parece verse algo de luz al final del túnel, pero  no todo son alegrías: Israel ha mostrado su rechazo y Arabia Saudí ha  insinuado que podría armarse nuclearmente. Durante años la comunidad internacional e Irán intentaron buscar  una salida diplomática al conflicto con negociaciones que por uno u  otro motivo terminaron en fracaso. Pero las expectativas de alcanzar un acuerdo se reavivaron este viernes, cuando un grupo de ministros de Exteriores viajó a toda prisa a Ginebra. 

Así lo hizo el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que viajó sorpresivamente a Ginebra desde Israel, donde seguía su mediación en el proceso de paz, así como sus homólogos de  Alemania, Guido Westerwelle, Reino Unido, William Hague, y Francia,  Laurent Fabius. Allí estaba ya el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Yawad  Sharif y hoy acudió el ruso, Serguei Lavrov. Al parecer todos quieren  estar por si hubiera algo que celebrar. Del grupo 5+1, sólo China  está ya representada a nivel de viceministro de Exteriores. 

Sin embargo, pese a que parece que podría concretarse un acuerdo  en Ginebra, la desconfianza entre las partes sigue siendo profunda y  es atizada por Israel y también por Arabia Saudí. Incluso el  presidente estadounidense, Barak Obama, el gran impulsor del acuerdo,  pidió desde Washington que todas las opciones siguieran sobre la mesa  durante las negociaciones, incluyendo las militares.  Una victoria de la diplomacia hará callar los tambores de guerra  en la disputa nuclear, creen los más optimistas en Ginebra. Podría  tratarse solamente de un acuerdo de transición y no de uno definitivo  y duradero, pero Teherán, si accede a congelar de forma provisional  sus planes nucleares, podría obtener a cambio un relajamiento de las  sanciones en su contra. 

Este "primer paso" debería servir para romper el hielo y crear  confianza, según la estrategia de los  negociadores. Sin embargo,  muchas preguntas quedarían abiertas; la más importante: ¿cómo podría  garantizarse tras ese periodo de transición que Irán no vuelva a  trabajar en secreto en la fabricación de armas nucleares? Y es que  durante mucho tiempo en los últimos años Teherán ocultó sus  programas. Pero ahora es crucial también el factor tiempo: los expertos  destacan que el margen para el nuevo presidente iraní, Hassan Rohani,  es estrecho: en junio fue elegido, en septiembre se mostró con un  tono nuevo y más moderado ante la ONU en Nueva York e incluso mantuvo  una histórica conversación telefónica con Obama. 

Pero en su suavizada postura Rohani encuentra resistencia dentro  de su propio país. Si no puede presentar pronto sus éxitos, podría  verse en dificultades. "Occidente no debería desperdiciar la  oportunidad de llegar a un acuerdo con un pragmático que aspira a un  compromiso", opina Ray Takey, del Council on Foreign Relations, un  think tank de Washington. 

En realidad, la estrategia de las negociaciones en Ginebra es  también la de no desperdiciar la oportunidad que se les presenta  ahora y prefieren apostar por el intento de alcanzar un acuerdo. 

Ello podría presentarse sobre todo como un éxito por parte  de Obama, ya que sólo hace unos meses en Washington dominaba el miedo  a un ataque armado contra Irán. Los estrategas del Pentágono no  excluían la posibilidad de que en el peor de los casos Israel atacara  instalaciones nucleares en Irán incluso sin consultar a  Estados Unidos.  La opinión unánime en Washington era que en un caso de ese tipo,  Estados Unidos tendría que apoyar a Israel. El Pentágono trabajaba ya  para ello en posibles escenarios con una considerable cifra de  muertos, según informaciones de medios. 

Era Obama quien destacaba una y otra vez que las sanciones  económicas contra Teherán tenían efecto y pedía esperar asegurando  que Irán se debilitaría pronto. El diario The Wall Street Journal informó que fue Estados Unidos el que fue trabajando poco a poco tras  bambalinas para posibilitar el acuerdo. "El secretismo del trabajo  diplomático previo refleja tanto los riesgos para la Casa Blanca como  la delicadeza con la que el gobierno de Obama persigue sus  objetivos", comentaba el diario. 

Los riesgos para Obama no sólo consisten en las reacciones dentro  de su propia país: en el Congreso hubo quien recientemente intentó  seguir apretando las tuercas a las sanciones contra Irán, algo que la  Casa Blanca advertía acabaría con todas las opciones de alcanzar un  acuerdo. Menos delicado se mostró el primer ministro israelí,  Benjamin Netanyahu, que dijo alto y claro que Israel rechazaba  cualquier acuerdo, según le citó el diario "Haaretz" ayer viernes.  Además mantuvo una tensa conversación con Kerry. 

También irritaron las especulaciones que llegaban de Arabia Saudí:  la emisora británica BBC presentó análisis según los cuales Riad  podría armarse nuclearmente si Irán llegaba a fabricar armas  atómicas.  Una posibilidad que despertaría un nuevo escenario de  pesadilla: una espiral de rearme en la convulsa zona de Cercano  Oriente.

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