El primer ministro rumano, Emil Boc, defendió ayer su dura política de austeridad tras un fin de semana de protestas antigubernamentales que han dejado 60 heridos, unos 250 detenidos y graves desórdenes callejeros, según fuentes oficiales.
En su primera intervención después del estallido de la violencia, Boc aseguró que las fuertes medidas de contención presupuestaria y recaudatorias de su Gobierno han salvado al país del "colapso" y traído "estabilidad económica". Boc agradeció a los rumanos sus esfuerzos y reconoció la estabilidad económica "aún no se siente en el bolsillo de los rumanos".
También condenó la violencia, y llamó a los rumanos a no comprometer la "estabilidad económica" alcanzada, tras afirmar que no existe "ningún riesgo" de que el Estado incumpla sus obligaciones de pago a funcionarios y pensionistas.
Como ya ocurrió el sábado, una protesta pacífica en ciudades de todo el país contra las medidas de austeridad del Gobierno y la caída del nivel de vida degeneró en Bucarest en violentos enfrentamientos entre grupos de jóvenes armados con cócteles molotov, piedras y petardos, y las fuerzas del orden. Los gendarmes utilizaron gases lacrimógenos y cargaron contra los violentos, dispersándolos por los bulevares adyacentes a la céntrica plaza de la Universidad.
Buena parte de los manifestantes continuó en la plaza, gritando "sin violencia" y consignas contra el presidente, Traian Basescu.
Decenas de vándalos continuaron atacando a los antidisturbios cerca de la plaza de la Unión, donde al filo de la medianoche del domingo arrasaron el mobiliario urbano, calcinaron un coche y rompieron varios escaparates.
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