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"La cuenta atrás de la monarquía absoluta ha comenzado en Marruecos"

  • La opositora considera que las pasadas elecciones no suponen ningún cambio real en la política de Mohamed VI

Brillante y valiente, Zineb el Rhazoui, activista, periodista y bloguera emerge como líder de una generación de jóvenes marroquíes hartos de la falta de democracia y de horizontes del país y plenamente capacitados para hablar con osada claridad al poder. El Rhazoui tiene claro dónde apuntar con su afilado verbo: "Todas las veces que lo digamos serán pocas: en Marruecos el Estado es el Rey". La joven escritora denuncia que la monarquía de Mohamed VI, a pesar de las cacareadas reformas anunciadas en los últimos meses sigue siendo "la misma autocracia de siempre y que su cuenta atrás ha comenzado".

-¿Qué balance hace el Movimiento del 20 de Febrero y el activismo democrático marroquí de las elecciones pasadas?

-Parafraseando a un compañero de lucha, diría que antes teníamos una dictadura y ahora tenemos a una dictadura más los islamistas. Para los demócratas marroquíes estas elecciones suponen un doble fiasco, tanto en el plano institucional como en el de los valores universales de democracia, que están lejos de salir reforzados de este escrutinio. Recuerdo que el Movimiento 20 de Febrero ha defendido una campaña de boicot electoral largamente apoyada por los ciudadanos, como testimonia el bajísimo nivel de participación en estas elecciones. El Movimiento había llamado también al boicot al referéndum de la reforma constitucional, lo que no ha impedido ser aprobado por más del 98,6% del censo, unas cifras dignas de la época de Hassan II. Los demócratas marroquíes nunca se han creído estos datos, como tampoco la propia Constitución.

-¿Calificaría de democrática la victoria del PJD de Benkiran?

-Absolutamente, no. Recordemos antes de nada qué es el PJD: se trata de un partido fundado en 1998 y apadrinado por Driss Basri, inmutable ministro del Interior de Hassan II que dirigió con mano de hierro la seguridad del país durante 30 años, lo que les ha valido el sobrenombre de islamistas de su majestad. Para acceder al juego político, el PJD ha tenido, para empezar, que dar pruebas de lealtad y buen comportamiento al régimen y convertirse en un cantor de las bondades de la monarquía absoluta, exactamente como la pléyade de partidos que simbolizan la corrupción a ojos de esta juventud que aspira hoy a la libertad. Las legislativas en Marruecos no pueden, en ningún caso, compararse a las de Túnez. Si las últimas han sido organizadas por una instancia independiente, las primeras han sido orquestadas por el Ministerio del Interior, que, como es sabido, es un maestro en el arte de la manipulación de escrutinios. Sabemos que hay 13 millones de inscritos sobre una población en edad de votar de casi 22 millones, lo cual evidencia el desinterés de los marroquíes por la política "oficial".

-¿Cree que los islamistas del PJD se han aprovechado del trabajo del 20 de Febrero para lograr el éxito electoral?

-En Marruecos la soberanía no procede del pueblo, sino del rey. Como el resto de partidos, el PJD ha entendido esto bien. El partido de Benkiran ha dado suficientes garantías a Palacio de ser elegible para el nuevo Gobierno. Recuerdo que el PJD no duda en situarse tras el Ministerio del Interior para condenar al Movimiento del 20 de Febrero y llamar a la población a no responder a la llamada a manifestarse. Además, Benkiran ha defendido la tesis de una monarquía a la vez sagrada y ejecutiva.

-¿Teme que la victoria del PJD debilite las protestas ?

-Los que protestan en forma de cientos de miles de personas desde el 20 de febrero no son los que han elegido al PJD y no corren el riesgo de ser apaciguados por su victoria en las elecciones. Para la mayor parte del pueblo marroquí, las elecciones, el Parlamento, el Gobierno son representaciones abstractas que ven en la televisión, sin impacto alguno en sus vidas cotidianas. Aquellos que salen a la calle, ellos, son los que están en contacto con el pueblo y sus problemas.

-¿Qué piensa de las ideas de Benkiran y de su Gobierno?

-Para serle sincero, nada bueno. Para mí, la llegada de personas como Benkiran al Gobierno de Marruecos es revelador de una gran miseria política. El primer ministro entrante es un antiguo militante de la Chabiba Islamiyya, una organización islámica clandestina que defendía el uso de la violencia en los años 70 para instaurar el Califato. Es la misma organización que, en 1975, asesinó a cuchilladas al militante socialista Omar Benjelloun. Desde que ascendió en el partido y se reconvirtió en islamista del majzén -el establishment que dirige el país de forma efectiva-, Benkirane se ha guardado de mostrar su pasado como yihadista y el odio a las mujeres, los bereberes, los laicos, los homosexuales, etc.

-¿Tendrá Benkiran margen de maniobra para gobernar según sus postulados o mantendrá el rey todos los poderes del Estado como hasta ahora?

-Todas las veces que se diga serán pocas: en Marruecos, el Estado es el rey. La reciente designación por parte de Mohamed VI de de Fuad Ali El Himma, abucheado por la calle y regularmente fustigado por Benkiran, es la prueba elocuente de que Palacio tiene claro que no tiene que rendir cuentas ni al pueblo ni al Gobierno. A través de los tentáculos del gabinete real, Mohamed VI reina sin compartir el poder sobre todos los dominios del Estado: de la política a la economía, pasando por los militares y los religiosos, y no tiene intención de ceder la más mínima de sus prerrogativas.

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