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El diálogo de paz abre una guerra en la coalición israelí

  • Lieberman abandonará a Netanyahu si se prolonga la moratoria sobre la construcción de colonias como consecuencia del relanzamiento de los contactos con los palestinos

La congelación de la construcción en los asentamientos judíos en Cisjordania, que terminará el próximo 26 de septiembre, pone al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, entre la espada y la pared a ocho días del comienzo de las negociaciones directas con los palestinos.

Las presiones de la ultraderecha, incluida la que apoya su Gobierno, han cobrado fuerza tras las últimas amenazas por parte de los partidos Israel Betenu y Hogar Judío de que se saldrán de la coalición parlamentaria.

El ministro de Exteriores y líder del partido, Avigdor Lieberman, "ha sido muy claro" cuando aseguró que "Israel Betenu no será parte de un proceso en el que Israel se rinda a las demandas palestinas y continúe la congelación", aseguró una alta fuente de la formación citada por el diario Yediot Aharonot.

"No es un asunto político sino ideológico. Si continúa la congelación nos iremos del Gobierno", añadió.

El pasado mes de noviembre, Netanyahu accedió, por presión de Washington, a diez meses de suspensión en la construcción de los asentamientos, lo cual era una demanda de los palestinos para desbloquear el proceso de paz estancado desde diciembre anterior.

Pero lo hizo con excepciones a las exigencias del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmud Abbas, porque Israel anunció que seguiría la construcción de unos 3.000 inmuebles ya comenzados y la de instalaciones públicas en las colonias de Cisjordania, mientras que la zona ocupada de Jerusalén quedaba fuera.

Un informe de Paz Ahora, organización que sigue las actividades en los asentamientos, reveló que, en los últimos nueve meses, el Gobierno judío concedió además permisos extraordinarios para otras 600 viviendas.

Para la derecha nacionalista, estas excepciones no fueron suficientes, y ahora exigen a Netanyahu que cumpla su promesa de no renovar la moratoria.

Misión imposible si Israel quiere ver algún progreso en las negociaciones directas que la Casa Blanca lanzará el 2 de septiembre, después de cinco meses de diálogo indirecto con el mediador George Mitchell.

Aquejado también por fuertes presiones internas que se oponen a las negociaciones, Abbas y otros dirigentes palestinos advierten de que la paz y la colonización no pueden ir juntas y que esperan que "el Gobierno israelí elija la paz y no los asentamientos".

En una carta dirigida al Cuarteto de Madrid, formado por Estados Unidos, Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia, así como en las negociaciones preliminares con Washington, el líder palestino subrayó que todo el proceso negociador pende de la decisión de Netanyahu y que "la Administración estadounidense deberá demostrar su seriedad para apoyar este proceso de paz".

"La primera prueba será que la Casa Blanca demuestre su postura respecto a los asentamientos judío", agregó.

En previsión de problemas, Mitchell aclaró a las dos partes que Washington espera de ellas que, una vez que comiencen las negociaciones, no pongan obstáculos. Además, dos funcionarios estadounidenses llegaron el miércoles a la región para definir las pautas del diálogo.

"Es un asunto muy complejo, hay muchas opciones que se barajan", declaró el portavoz israelí de Exteriores, Igal Palmor, para quien "ahora lo esencial es empezar la negociación directa en un marco en el que todo pueda ser abordado".

La oposición al primer ministro israelí ha calado también dentro su partido Likud, en el que el ala más derechista ha convocado un mitin de "rebeldes" durante su visita a Washington.

Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, anunció que el futuro de la construcción será abordado en la reunión que Netanyahu y Abbas celebrarán con Hillary Clinton el día 2 en Washington, a fin de que el 26 de septiembre no haya sorpresas que puedan empañar la imagen del presidente Barack Obama.

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