intrahistoria de una crisis Los gritos de la política alemana se escucharon en toda la Cancillería

Las horas de rabia de Merkel

  • La canciller alemana tuvo que admitir que Joachim Gauck sea el próximo presidente alemán ante la traición de sus socios liberales en el Gobierno de coalición

Los gritos de Angela Merkel se oyeron desde fuera de la sala. Su Gobierno pendía de un hilo y la canciller amenazó con cortarlo: "¿De verdad quieren eso?", bramó. El estallido de una de las figuras más gélidas de la política mundial había comenzado a gestarse horas antes al calor de un nombre: Joachim Gauck.

El ex pastor protestante fue presentado el pasado domingo por la propia Merkel como candidato de todos los partidos a convertirse en nuevo presidente alemán y sucesor de Christian Wulff, forzado a renunciar la semana pasada por un escándalo de corrupción. Pero detrás de esa imagen de unidad se ocultaba algo muy diferente al consenso.

Gauck era en realidad el candidato de socialdemócratas y verdes, principales fuerzas opositoras. La Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel lo rechazaba de plano, hasta que llegó la puñalada por la espalda: sus socios liberales (FDP) decidieron unirse a la oposición y apoyar también al veterano líder de 72 años.

La canciller se esforzó por consensuar otro candidato... y fracasó. Fueron sus horas más tensas en años. "Hablaba llena de rabia", contaron estrechos colaboradores sobre la siempre sosegada política de 57 años, apodada canciller teflón por su capacidad para dejar que los problemas le resbalen. Nunca la habían visto tan fuera de sí. "La CDU mencionó en varias ocasiones la posibilidad de poner fin a la coalición", reveló el propio jefe del FDP y ministro de Economía, Philipp Rösler, víctima primero de los ruegos y luego de los gritos de la canciller en una reunión cara a cara.

Finalmente, sin un candidato mejor que Gauck, y consciente de que una ruptura del Gobierno en Alemania podría desestabilizar aún más a una Europa en crisis, Merkel terminó cediendo a última hora del domingo y dio su apoyo a Gauck a regañadientes..

Políticos y analistas se preguntan ahora qué efecto tendrán las turbulentas negociaciones del domingo en el futuro de la coalición en Berlín. Las conclusiones van de un extremo a otro.

"Es el fin de la coalición", zanjó Cem Özdemir, jefe de los Verdes: "La confianza mutua entre Estados Unidos y Rusia en los tiempos más oscuros de la Guerra Fría era mayor que la que existe ahora" entre los socios en Berlín.

"La confianza no está rota", replicó Rösler. Pero varias voces desde la CDU se ocuparon de dejar claro que Merkel, la política con más poder de Europa, no olvidará el desafío de un partido menor y hundido en las encuestas, como es hoy el FDP.

"Sin duda no volverá a repetirse un comportamiento como ése", advirtió Thomas Strobl, jefe de la CDU en el suroeste de Alemania.

Una interpretación bien diferente dio el prestigioso diario Tagesspiegel, que vio en lo ocurrido una fina estrategia política de la canciller: "Gauck es la obra maestra de Merkel", sorprendió.

"El presidente más conservador que haya tenido Alemania va a ser elegido con el apoyo de socialdemócratas y verdes. Y como si eso fuera poco la canciller, que difundió cuidadosamente el mito de que se opuso a él hasta el final, puede lavarse ahora las manos".

El caso de Gauck es, en efecto, sorprendente. Ex disidente y activista por los derechos humanos en la extinta Alemania Oriental (RDA), fue impulsado por los partidos de centro-izquierda pese a sus posturas de derecha en asuntos como la inmigración, su rechazo al movimiento Occupy y sus críticas al "apagón" nuclear en Alemania.

El extraño cóctel podría darle un histórico apoyo cercano al 90% en la votación del 18 de marzo, donde sumará el respaldo de todos los partidos presentes en el Parlamento en Berlín, con excepción de los poscomunistas.

Su popularidad también es aplastante entre la población: según un sondeo de la cadena ZDF, un 69% ve bien que sea presidente, frente a un 16 que opina lo contrario. El dato explica en gran medida que los liberales defendieran la candidatura de Gauck a riesgo de irritar a Merkel o romper incluso la coalición: el partido atraviesa una profunda crisis de popularidad y encontró en Gauck una causa con fuerte apoyo social a la que aferrarse.

Menos claro está el rechazo de Merkel al futuro presidente. Gauck es ex pastor protestante, como el padre de la canciller. También un símbolo de la libertad frente a la opresión del régimen en la RDA, donde se educó Merkel. Y ambos tienen una excelente relación personal.

Pero apoyarlo significaba para Merkel aceptar que erró en 2010 cuando socialdemócratas, verdes y una mayoría de la sociedad querían a Gauck como presidente y ella insistió en impulsar la elección de Wulff.

Merkel no podía permitirse ahora nuevos dolores de cabeza en la elección del tercer presidente alemán en dos años. Y el precio que pagó para evitarlo fue alto, apuntan los analistas.

Muchos creen que la grieta abierta en la coalición podría marcar un antes y un después en la política alemana, empujar al abismo a los liberales y precipitar antes de las elecciones generales de 2013 una nueva coalición, entre CDU y socialdemócratas o entre socialdemócratas y verdes.

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