'Primavera Árabe' Mohamed VI sigue controlando la situación

La revuelta contenida

  • En el primer aniversario del Movimiento 20-F, la realidad social y económica marroquí es tan precaria como siempre · Las zonas rurales registran protestas violentas

La normalidad aparenta ser la triunfadora de un año ajetreado en el plácido escenario magrebí. La primavera árabe se dejó sentir de forma matizada en los dominios de la monarquía alauí, capitaneados los esfuerzos por hacerla notar por un grupo de jóvenes de extracción urbana y universitaria que insisten en recordar que el régimen no ha dejado de ser una autocracia.

Un año de vida acaba de cumplir el Movimiento 20 de Febrero, que lucha contra un país que aún observa con excesivas precauciones y juzga de radicalismo inútil las proclamas de estos jóvenes armados de Facebook y Youtube. Mohamed VI, preocupado por la caída de naipes en los vecinos norteafricanos a lo largo de 2011 -las revueltas populares terminaron con los regímenes militares de Túnez, Egipto y Libia-, decidió mover ficha con prontitud y anunciar una nueva Constitución reformista para aplacar la posibilidad del efecto contagio en su reino. Sin embargo, ya nada será igual en el norte de África.

El pasado julio, Marruecos daba el sí con apabullante mayoría a la Carta Magna de las reformas; a finales de noviembre, un sistema electoral tan caótico como el del resto de países del Magreb daba la victoria al islamismo moderado -el Partido de la Justicia y el Desarrollo- en las elecciones generales anticipadas. Con los islamistas de su majestad, como los califican sus detractores, liderando el Ejecutivo, Mohamed VI parece haberse dado un respiro. De hecho, algunas de las marcas habituales de la casa regresan con fuerza. Las persecución de la crítica y la disidencia interna vuelve a redoblarse.

En los últimos meses el régimen incrementa la persecución al activo movimiento crítico desarrollado en las redes sociales -un inopinado y escurridizo enemigo que actúa dentro y fuera del país magrebí, a través de la diáspora. Por ejemplo, el joven Walid Bihmane, de 18 años, fue condenado la semana pasada con un año firme de prisión por haber insultado al rey en un vídeo colgado en Facebook. Además, un tribunal de Taza, en el Atlas Medio, condenó a otro joven a tres años de prisión por editar un vídeo en el que se lanzaban proclamas contra el monarca y difundirlo por la citada red social.

Europa, sin embargo, está decidida a evitar por todos los medios un Marruecos inestable a sus puertas. Francia y España, principales socios comerciales del país magrebí, elogiaron el pasado verano las reformas emprendidas por Mohamed VI, que se atrevieron a calificar de paso definitivo hacia la democracia. Cierto es que a pesar de que la presión social contra el majzén no es comparable a la registrada en otros países árabes, el rey alauí actuó con inteligencia.

El presidente español, Mariano Rajoy, tendía la mano al nuevo Gobierno del islamista Abdelila Benkiran en una reciente visita a Rabat olvidando rencillas y críticas a la monarquía de no hace tanto. Además, Bruselas ha premiado recientemente a Rabat con la ratificación del tratado comercial bilateral: La Eurocámara respaldaba la semana pasada el acuerdo agrícola alcanzado entre el país magrebí y la UE, que aspira a eliminar por completo los aranceles existentes entre ambos mercados y que ha puesto en pie de guerra al campo español.

Por otra parte, la UE, que renegociará un nuevo acuerdo de pesca con Marruecos -con España y Francia más decididas que nunca por agradar a Rabat-, ha eliminado de los términos del texto cualquier referencia específica al Sahara Occidental. Los defensores del derecho de la autodeterminación de la ex colonia española denuncian la sobreexplotación de los recursos pesqueros que sufre por parte de Rabat.

La situación social y económica del Magreb, sin embargo, sigue siendo tan preocupante como siempre. La pobreza sigue en aumento y la economía informal generalizada disimula un paro devastador. El analfabetismo afecta casi a la mitad de la población de Marruecos y es alarmante en medios rurales.

En las regiones montañosas, como el Rif o el Atlas, áreas tradicionalmente contestatarias, el descontento de la población sigue siendo intenso. No en vano, la ciudad de Taza ha registrado en las últimas semanas violentos y continuados enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y la población local -entre ellos, licenciados en paro-, harta del deterioro de sus condiciones de vida. Los disturbios dejaron más de dos centenares de heridos, y las detenciones y las condenas rápidas han sido diversas.

Los problemas de Marruecos no se han disipado con las promesas liberalizadoras del monarca; tampoco el malestar generalizado. La gran novedad de 2011 fue el nacimiento de una nueva conciencia crítica que podría catalizar futuras protestas.

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