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La 'talibanización' paquistaní

  • Los atentados de los últimos días, que ayer se cobraron la vida de otras 14 personas, demuestran que la situación en el país cada vez se parece más a la de Iraq o Afganistán

La lucha de Pakistán contra el terrorismo ya no se limita a las remotos distristos montañosos de la frontera con Afganistán. Los talibanes y los combatientes de Al Qaeda la han llevado a las principales ciudades.

Los sangrientos enfrentamientos y atentados del jueves, a los que se unió ayer un nuevo ataque, llevado a cabo en este caso por una mujer, que causó al menos otros doce muertos muestran que el conflicto se prolongará y que la situación del único país musulmán que cuenta con la bomba atómica se parece cada vez más a la de Iraq o Afganistán.

Ataviado con un chaleco explosivo, un insurgente adolescente rompió el cordón de seguridad de la Agencia de Investigación Federal (FIA) de la ciudad de Lahore sobre las 09:30. Con un rifle de asalto disparó de forma indiscriminada a quienes se encontraban en el interior antes de caer abatido. Cuando las fuerzas de seguridad rastrearon las siete plantas del edificio, encontraron los cadáveres de cuatro policías y dos funcionarios de la agencia en medio de un charco de sangre.

Apenas unos minutos después, otros dos grupos de insurgentes armados asaltaron dos centros de entrenamiento en las áreas de Manawan y Badian, a pocos kilómetros de la frotera con la India. Varias docenas de soldados apoyados por francotiradores a bordo de tres helicópteros lucharon para controlar los ataques, matando a seis insurgentes. Otros tres terroristas se hicieron saltar por los aires al verse rodeados.

Durante al menos cuatro horas, los diez millones de habitantes de Lahore se encontraron sitiados por un puñado de terroristas. "Fue un caos absoluto. La gente que estaba de camino a la oficina o a sus negocios recibieron llamadas y mensajes de advertencia para que buscaran un lugar seguro, mientras los padres corrían a las escuelas para llevar a sus hijos de vuelta a casa", dijo el periodista Yunis Bath. Cientos de kilómetros al noroeste los insurgentes golpearon dos ciudades, la capital provincial Peshawar y Kohat, situada 60 kilómetros al sur.

La cadena de atentados comenzó a principios de octubre con un ataque suicida a la oficina del Programa de Alimentos de Naciones Unidas en Islamabad e incluyó un secuestro en el cuartel general del Ejército en Rawalpindi que se cobró 24 víctimas.

"Han traído la lucha a las calles de nuestras pincipales ciudades, ante nuestras puertas, a nuestros colegios. Ahora sólo podemos hacer una cosa: ir contra ellos", dijo el analista Haroon Rashid.

La carnicería perpetrada en las grandes urbes quizás anime al Ejército a adoptar una línea más dura contra los muyahidines a los que comenzaron a apoyar durante la guerra de Afganistán contra la antigua Unión Soviética.

Para los analistas, el mayor error lo cometió quizás el ex presidente militar Pervez Musharraf, que, a pesar de unirse a la alianza internacional contra el terrorismo, permitió que los talibanes que huían de la invasión estadounidense erigieran santuarios en las regiones tribales.

Con el apoyo de Estados Unidos, el nuevo presidente, Asif Ali Zardari, y el jefe del Ejército, Ishfaq Parvez Kayani, planearon llevar la lucha contra el terrorismo a Waziristán, la zona clave de los insurgentes. Sin embargo, para entonces los talibanes ya habían llevado la guerra al corazón del país.

A pesar de lo llamativo de los recientes ataques, los insurgentes tienen pocas posibilidades de hacerse con el poder en Pakistán, que cuenta con el sexto Ejército más numeroso del mundo. Pero lo que sí pueden lograr es desestabilizar el país a través del miedo o golpeando la renqueante economía del país, que está sufriendo una fuga de capital extranjero.

Las autoridades siguen pensando que pueden controlar la amenaza. Zardari ha asegurado que el baño de sangre no disuadirá al Gobierno de su objetivo de limitar a los extremistas violentos.

"El enemigo ha iniciado una guerra de guerrillas", dijo el ministro de Interior Rehman Malik, "pero pronto verán a esos talibanes huyendo".

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