Cultura

"Abandoné Los Trogloditas porque se convirtió en un trabajo"

  • El que fuera compositor y guitarrista de los mejores años de Loquillo y Los Trogloditas participa esta noche en 'La música contada', una buena excusa para saber más de él

El rock tiene muchas leyendas, y no todas las inventaron The Beatles. La del valido, ese hombre algo oscuro que inyecta talento en las venas de un grupo y se marcha agotado, es la de Sabino Méndez. Loquillo es un tipo muy alto y su sombra tapa un poco la figura de este compositor, uno de los mejores del rock español. Esta noche, a las 20:00, el Teatro Cánovas acoge a un músico que prefiere ser escritor -ya ha publicado varias novelas-, aunque sigue amando el rock and roll.

-Se presenta esta noche en La música contada con el lema Rock and roll will never die. Ya es una vieja declaración de intenciones, ¿no?

-Hay dos lemas legendarios y básicos en el rock and roll. Uno es el de sexo, droga y rock and roll, y el otro el que dice que el rock nunca muere. Yo no creo mucho en los eslóganes, pero la verdad, a la larga, es que los dos ritmos más usados en la música popular son el rock y la rumba. Son dos lenguajes de fácil acceso. En la charla, voy a rastrear cómo sucede el fenómeno del rock y sus fases, todo a través de mi biografía: cuándo escuché la primera canción de rock, qué efecto me hizo, en qué ambiente crecí...

-El rock no morirá, pero muchos rockeros sí.

-Sí, obviamente. Cuando hablamos de que se muere la literatura o el rock, pues resulta que los únicos que nacen, crecen, se reproducen y mueren son lo seres humanos [risas]. Los que mueren son los que practican estas tradiciones.

-Parece que va a tener mucho peso la canción de Hey hey, my my (1977), de Neil Young. ¿Le gustaba en su día?

-Me cayó encima...

-En la letra habla de Elvis Presley y de los Sex Pistols, ¿con quién estaba el joven Sabino Méndez?

-Precisamente es lo bonito de esta canción, que es la fusión perfecta de nuestro mundo, que es la unión de Elvis Presley con los Sex Pistols. Neil Young fue siempre un maverick, él veía la dureza en el folk. De la generación de los mayores, todos nos miraban con paternalismo o incluso desprecio, muy típico de cuando envejeces, que te vuelves reaccionario, tal y como señaló Borges. Los únicos que tuvieron la generosidad de mirar a las generaciones nuevas y admitirlas fueron Neil Young, Lou Reed y unos pocos más. Ellos entendieron que lo que hacíamos era lo que ellos hicieron de jóvenes.

-¿Va a sonar rock español esta noche?

-Creo que absolutamente nada. Lo que voy a explicar es qué era lo que oíamos bandas como Los Trogloditas, Radio Futura..., los temas españoles los citaré de palabra.

-¿No se cansa uno del rock cuando lleva treinta años dentro de ese monstruo?

-Humm. En mi caso hubo un momento clave, en 1989, cuando abandoné Los Trogloditas. Me di cuenta de que una de las cosas que más me gustan, que más placer me da, se convirtió para mí en un trabajo. Lo hacía un día y otro y otro, así que corría el peligro de aburrirme y perder el placer. Era como si de golpe, por decirlo de un modo pedestre, el follar se convirtiera en una obligación y me transformara en una prostituta. Claro, hasta la cosa más placentera del mundo cuando la practicas una y otra vez por dinero, pues empieza a dejar de gustarte; si no fuese así las prostitutas serían los seres más felices del mundo.

-¿Se sintió así?

-Sí, me pregunté por qué no me gustaba la música como antes. Decidí dedicarme a la escritura, un afán que tuve siempre. Y conservé la música como una afición. No me considero un músico profesional. Ahora, desde fuera, veo que la vida del músico es muy dura, que nunca disfruta de su arte y nadie le quiere tener de vecino. Ya no estoy aburrido del rock.

-Bueno, sus libros tienen el rock como tema.

-Sí, es algo que echaba a faltar en la literatura. A partir de los 70, el lector comienza a darse cuenta de que en las novelas faltan marcas y modas que ve en el calle. Ese es un momento de crisis. El rock debe estar ahí. La literatura es una recreación de la vida.

-¿Fue más duro componer o publicar su primera novela?

-Ya muy joven yo escribía, pero no tenía veleidades de publicar, porque me parecía muy inmaduro lo que hacía. El rock era un vehículo de expresión más adecuado. Además tenía una voz intermedia, un vehículo, que era Loquillo. No lo creé yo, pero sí a medias. Me costó más Corre, rocker, tomé más riesgos. Me lo tomé con mucha más calma, tenía medios económicos gracias a los derechos de los éxitos que habíamos tenido con el grupo.

-¿Ha dejado de ser el tipo que abandono a Loquillo y Los Trogloditas gracias a sus novelas ?

-Bueno, han servido para que la gente conociera lo que éramos realmente. Había una imagen estereotipada. Loquillo era el animal de escenario y yo el hombre en la sombra. Era más complejo. Llevábamos unas vidas curiosísimas. Podíamos haber muerto en cualquier momento, ya fuese de sida, sobredosis, enfermedades por el consumo de drogas tan bestias... lo fuimos sorteando. Loquillo venía del barrio, sí, pero quería respetabilidad cultural, con ese coqueteo que tiene constantemente con la alta cultura a ver si lo acogen...

-Los libros de poemas, el documental...

-En cambio, yo soy un escritor que ha intentado vivir las agitaciones del presente y que cuando tuvo la oportunidad de tocar rock pues no quiso perdérselo.

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