Cultura

Alien entre los vikingos

No es un chiste, sino el argumento de la película: un guerrero espacial y un monstruo marciano caen en la tierra del siglo VI en territorio vikingo. Potajito que mezcla cuentos de dragones y princesas (el bicho persigue a la hija del rey vikingo), ciencia ficción (el extraterrestre y el monstruo llegan en una nave espacial, el bicho es de la estirpe de Alien aunque con una especie de corazoncito) y fantasía heroica (un oscuro mundo de guerreros vikingos) para lograr un discreto videojuego proyectable. Hay algunas imágenes entre Beowulf y Alien, que en su musculado gusto seudomitológico preanuncia el nuevo empeño de su director, Howard McCain (guionista de TV debutante en el cine), que ha firmado el guión de una nueva versión de Conan.

Que Jim Claviezel acabe en esta película es lógico: el Jesús que interpretó para Mel Gibson hacía prever este descenso a oscuros infiernos plagados de monstruos. En cambio no me pregunten qué se le ha perdido a John Hurt en esta película: no creo que lo sepa ni él (aunque tampoco creo que supiera qué se le había perdido en Hellboy). Una película simpática si se la toma como serie B, cosa que no es dado su presupuesto y la desaparición hace muchos años del cine barato, artesanal y sin pretensiones.

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